La investidura

No hay palabras

ERC y Junts siguen mostrando igual predisposición a anteponer sus intereses partidistas a las necesidades de la ciudadanía

Pere Aragonès y Meritxell Budó, en la reunión de Consell Executiu del 13 de abril

Pere Aragonès y Meritxell Budó, en la reunión de Consell Executiu del 13 de abril / Rubén Moreno / Generalitat de Catalunya / ACN

Eulàlia Vintró

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Han transcurrido dos meses desde la celebración de las últimas elecciones autonómicas, sin olvidar que había formaciones políticas que las querían retrasar hasta el mes de mayo, y aún no hay ninguna garantía ni ninguna fecha para elegir al nuevo presidente de la Generalitat y a su Gobierno. Si la situación sigue igual, el 26 de mayo finalizará el plazo reglamentario para elegir presidente y se convocarán nuevas elecciones. La suma de despropósitos, pues, no solo no se habrá acabado sino que nadie sabe adónde vamos a parar.

Hace 14 meses el anterior jefe del Ejecutivo catalán declaró solemnemente que se había terminado la legislatura ya que la confianza entre los partidos del Gobierno había desaparecido. Las elecciones, dijo, se harían una vez aprobados los Presupuestos. Reconoce que hace un año, según las memorias que ha publicado recientemente, perdió toda autoridad y que cada 'conseller' hacía lo que le parecía sin pedir permiso o consultar. Tras su suspensión, asistimos a un espectáculo deplorable donde se trató de evitar que el vicepresidente fuera llamado presidente en funciones, que pudiera desempeñar las tareas que le correspondían y, en síntesis, que ERC pudiera beneficiarse en vistas a las elecciones de aquella situación. También hemos presenciado una creciente confrontación entre los dos partidos gubernamentales y una parálisis casi absoluta de acción y de previsión. Y todo ello en medio de una pandemia que exigía la máxima implicación, la colaboración más estrecha entre gobiernos y en el interior del propio Gobierno, la aportación de todos los recursos posibles, incluidos los de personal, y la información más exacta y comprensible para rebajar la tensión y la angustia ciudadanas.

El resultado electoral, lamentablemente, no está facilitando la superación de este desbarajuste y los dos partidos, ERC y Junts, que lo protagonizaron, siguen mostrando la misma, o peor, predisposición a anteponer sus intereses partidistas y su ansia de poder a tratar de dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía, a hacer frente a la fase final de la pandemia y a adoptar todas las medidas posibles para abordar la salida de la inmensa crisis económica, laboral y social que nos aqueja. Ni ellos lo hacen, ni las otras fuerzas políticas encuentran la manera de presionarlos para que lo hagan, ni la ciudadanía tiene la conciencia suficiente para exigirlo, ni los medios de comunicación se lo reprochan.

La gravedad de la situación exige gobiernos fuertes, mayoritarios y dispuestos a la acción y al diálogo

El reparto de escaños actual permite la formación de dos mayorías, una independentista, ERC, Junts, CUP y otra de izquierdas, PSC, ERC, En Común Podemos (ECP). Y también, si algunos partidos aceptan abstenerse, elegir una presidencia que forme un Gobierno en minoría. Y esta minoría podría ser de izquierdas, PSC y ECP o independentista, ERC y CUP. En todos los casos la suma de votos es superior en las opciones de izquierdas. Sin embargo, la gravedad de la situación que tenemos delante exige la construcción de gobiernos fuertes, mayoritarios y dispuestos a la acción y al diálogo.

ERC tiene en sus manos la opción de los dos gobiernos y, de momento, ha elegido el independentista y ha proclamado la urgencia de constituirlo. Ha hecho un acuerdo con la CUP al margen y, al parecer, en contra de Junts. Estos ni quieren reunirse con la CUP ni tienen ninguna prisa para hacerlo con ERC y menos para alcanzar un acuerdo. También están divididos, unos aspiran a evitar el pacto e ir a nuevas elecciones y los otros a debilitar a su socio y obtener las máximas ventajas llevando el pacto al límite del calendario. La prensa sigue este repelente anecdotario y la gente no sabe cuál podría ser el programa de gobierno en cada caso. Tampoco hay ninguna información sobre las ayudas europeas que podrían llegar a Catalunya, quién ha elaborado los proyectos y para hacer qué.

En materia sanitaria estamos ya en la cuarta ola de covid-19, hemos puesto de manifiesto la incapacidad de aprender de errores anteriores y no destacamos en el ritmo de vacunación. Tampoco nos ayuda el clima político de España, ya que las inesperadas elecciones en la Comunidad de Madrid han crispado todas las relaciones y han relativizado el caso catalán. Este hecho favorece a Junts, partidarios de la lentitud y de una falsa discreción.

Si hace 10 años nos hubieran anunciado lo que nos pasa, no nos lo habríamos creído. Hoy, después de todo lo que hemos leído, escuchado y dicho, no nos quedan palabras.