ANÁLISIS DEL CLÁSICO

Ganas de volver a veros

Barça

Barça / AFP

Emilio Pérez de Rozas

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Más de un diario madrileño recordó a lo largo de la semana previa al clásico de Valdebebas, perdón, del estadio Alfredo Di Stéfano, que así suena más futbolistico, más de equipo campeón, más de Copa de Europa, más de Champions, que Joan Laporta tenía un auténtico jardín, más que una flor.

No solo eso, todos recordaban que el viejo-nuevo presidente del Barça estuvo presente en el Santiago Bernabéu, cuando el señor del bigote y la bufanda blanca (y su hijo, que le ayudó) aplaudieron a Ronaldinho e, incluso, en el 2-6, dando a entender que había que tener cuidado con la presencia de Jan en Valdebebas, pues el conjunto azulgrana simulaba venir lanzado.

Ya solo faltó que el candidato Laporta diese el golpe publicitario más imaginativo pero, mira, más dañino a 10 de abril del 2021, con la famosa lona de “ganas de volver a veros”. Tantas ganas de volver a veros que Florentino Pérez se autoproclamó ayer candidato (y vencedor y también nuevo-viejo presidente del Real Madrid) y, por la noche, en mitad de un auténtico diluvio, casi tsunami, volvió a repetir el viejo anuncio del pastor que recibe en la montaña al grito y pregunta de “¿qué, el Real Madrid, campeón de Europa, no?”

La revolución pendiente

Ciertamente para Laporta y sus directivos (anoche estuvo acompañado de 10 u 11 dirigentes y ejecutivos), el clásico de ayer fue un día para tomar nota. No tanto por ese saludo y lona que le salió mal (anoche ya empezaron los memes en las redes sociales y, sí, esto parece que va a traer cola y coña), sino también para que Mateu Alemany, que es quien va a pilotar la revolución, tomase nota, ya en vivo y en directo de lo que se le viene encima.

Es evidente que, incluso contando los minutos agarrados al clavo ardiendo del final del partido, el penalti reclamado (que no era), el poste y la suerte (siempre eterna) del Real Madrid, anoche el Barça decepcionó a millones de seguidores, socios y abonados. Era el día, la hora, la noche e, incluso, el escenario, para dar el golpe. El Barça no volverá a tener un partido sin público y sin estadio donde poder machacar, descartar, anular, borrar de la lista de candidatos al Real Madrid, que le ha infringido en dos clásicos un contundente 2-5.

Casi sin Leo Messi

Y no solo no lo hizo, no solo se arrastró durante los primeros 45 minutos y, luego, mostró su impotencia, lo siento, liderado por un ineficaz Leo Messi, que desde que se fue Cristiano Ronaldo, no le mete un gol al Madrid, sino que volvió a demostrar que, en cuanto vienen curvas y el rival tiene entidad o es grande, no ocurre lo de las otras veces, pero casi.

Cuando digo que fue un partido decepcionante para los culés, lo digo porque son estos y no la próxima final de Copa, a la que el Athletic llega, por cierto, con la peor racha (seis partidos sin ganar) de los últimos años, los momentos en que la ‘gent blaugrana’ quiere ver a su equipo salir a hombros del estadio, aunque no haya público. Los culés se lo esperaban todo, todo, de su equipo y no recibieron nada. Porque sabido es que a los culés eso de “a mí, Sabino, el balón, que los arrollo”, les da absolutamente igual.