No solo fútbol
El Madrid-Barça de la insumisión
Josep Martí Blanch
Periodista
La mejor manera de animarse ante un Madrid-Barça pandémico es viajar al pasado. Echar el cubo al pozo de la memoria y llenarlo de las emociones actualmente castradas para bebérselas directamente del balde. Empujarlas gaznate abajo para que actúen como el más eficaz de los afrodisíacos. Que cada uno escoja sus sorbos.
Mi favorito es la final de Copa del Rey de 1983. La carnicería del Madrid sobre las piernas de Maradona, la pifia inexplicable de Gerardo regalando el empate, los desplazamientos largos de Schuster, el gol de la victoria en el último minuto, con el remate imposible de Marcos con todo su cuerpo volando en paralelo por encima del césped. Añado, de mi propia cosecha, la lámpara del techo del salón de casa hecha añicos por una celebración excesiva de mi padre, tras saltar con los brazos extendidos hacia arriba, incrustándole uno de los puños y rompiéndola en pedazos que la dejaron totalmente inservible.
Un duelo de verdad
Llevo toda la semana viendo en youtube resúmenes de choques entre el Barça y el Madrid. Da igual en qué campo. Ando borracho de tanto visionar la cola de vaca de Romário en el 94 o el 2-6 enterito del 2009 con la batuta de Guardiola. Hasta me he dado de bruces con el bueno de Romerito, lo que me ha servido para recordar que Cruyff, como todos los dioses, escribía recto con renglones torcidos.
Ando borracho de tanto visionar la cola de vaca de Romário en el 94 o el 2-6 con la batuta de Guardiola
Bien empapado de pretérito el partido puede afrontarse como algo parecido a un derbi de verdad, que es de lo que finalmente se trata. Como además, contra lo que veníamos pronosticando hasta hace cuatro días los calimeros del periodismo como un servidor, el Barça solo depende de sí mismo para ganar la Liga, ya casi que esto va pareciéndose a la vieja realidad, mucho más deseable que la nueva.
Tratándose de ver futbol y no de leer Consumits pel Foc, la nueva novela de Jaume Cabré, nos seguirá faltando algo básico. Ese algo es verlo, para alegrarnos, entristecernos o enfurecernos, en compañía de quien nos dé la real gana. Ni el toque de queda, ni las burbujas domiciliarias ponen las cosas fáciles.
Juntar burbujas
Pero por fin ha llegado el momento. Si esta Liga que creíamos pérdida puede ganarse, si uno puede afrontar un partido pandémico habiéndose convencido gracias a los vídeos de youtube de que también en esta ocasión vale la pena excitarse, no existen ya motivos para no considerar seriamente la insumisión ante la dictadura del BOE y del DOGC.
Así que sí, vamos a ver el Madrid-Barça como se merece y nos merecemos. Vamos a juntar burbujas, vamos a saltarnos el toque de queda y vamos a intentar pasar una tarde noche que dentro de unos años, cuando busquemos vídeos de clásicos en internet para animarnos, incluya este partido entre los de visionado obligado.
No se apuren. Solo seremos seis amigotes. Pondremos la televisión en la terraza. Guardaremos las distancias de seguridad, excepto en los goles, y no beberemos del mismo vaso ni comeremos del mismo plato. Pero haremos que el clásico sea un clásico y que nuestra casa vuelva a ser nuestra casa. Va siendo ya hora de las dos cosas.
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