Casetes, 'ping-pong'...

Enganchados a la nostalgia

Tal vez por el confinamiento, que nos ha hecho encontrar tesoros olvidados en nuestra propia casa, empieza a parecernos que todo tiempo pasado fue mejor

Las mejores palas para pasar un buen rato jugando al ping pong

Las mejores palas para pasar un buen rato jugando al ping pong

Andrea Pelayo

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No sé si ha sido el confinamiento, que nos ha hecho encontrar tesoros olvidados en nuestra propia casa, o la pandemia en sí y la falta de horizontes, pero hay que reconocerlo: nos estamos volviendo un poco adictos a la nostalgia y empieza a parecernos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Nos estamos abonando a los regresos, desde los más chic a los más kitsch.

En moda, este año vuelven los cuadros vichy –tan Brigitte Bardot y tan Lady Di– y regresan también las joyas de resina y los collares de cuentas de colores. Cosas de convertir a Harry Styles en icono de la moda. Y como estamos tan “noventas” últimamente, en deporte renacen los Barcelona Dragons y los más observadores habrán notado cómo en varios parques de la ciudad, como en la Ciutadella, hay colas increíbles para jugar al 'ping-pong'. No se veía nada parecido desde el verano de, qué sé yo, 1995.

Por volver vuelven hasta los casetes. Zahara acaba de editar su nuevo álbum también en este formato. Edición limitada, claro, porque la mayoría dejamos pudrir las pilas en el walkman y ahora no hay quien los haga funcionar. Para los visionarios que presagiaron el regreso del casete en el futuro (que es ahora) hay que agradecer que aún existan los bolis BIC, que igual te sirven para atarte las mascarillas sin machacarte las orejas como para rebobinar cintas. Lo nuevo y lo viejo se entremezclan irremediablemente.

Como no podían ser todo regresos de ultratumba, en lo que llevamos de año han desaparecido tres mitos. La última cabina telefónica cubierta de Barcelona, que se volverá a instalar en la plaza de Meguidó reconvertida en punto de ‘book crossing’; las Páginas Amarillas con las que ya no podremos tropezar al entrar a casa de nuestros abuelos (los que aún tengan la fortuna de tenerlos) y el catálogo de Ikea. Ahora, este ha pasado a ser un ‘podcast’ en Youtube y Spotify. Hay cosas a las que no se puede renunciar, como soñar con tener una casa un día. Por muy ‘millennial’ que seas y por mucho que ya te hayas comido dos crisis y ningún contrato estable. ¿Se puede sentir nostalgia por lo que nunca has tenido?