Opinión | Editorial

El Periódico

La cuesta del paro

De momento el empleo reacciona a la evolución de sectores tradicionales como el turismo y la hostelería en relación con la pandemia, no a nuevos modelos de futuro

Terrazas llenas de clientes en la Barceloneta, el pasado fin de semana.

Terrazas llenas de clientes en la Barceloneta, el pasado fin de semana. / Manu Mitru

El empleo en España repunta, pero sigue aún lejos del nivel previo a la crisis sanitaria y socioeconómica. Esa sería la lectura objetiva de las cifras de empleo de marzo publicadas este martes por los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social. La otra lectura, más interpretativa, de la situación laboral del país justo cuando se cumple un año de pandemia se presta a menos certezas. Alguien optimista podría decir que el mes de marzo fue el primero en que se rompió la nefasta tendencia de subida del paro tras cinco meses consecutivos de alzas, y que la cifra de afiliados a la Seguridad Social se incrementó en más de 70.700 personas respecto al mes anterior. Por el contrario, alguien más pesimista apuntaría que hay 326.000 ocupados menos y 401.000 parados más respecto a hace un año. Tanto el optimista como el pesimista tendrían razón, con los datos en la mano, por lo que hace falta buscar más argumentos que sostengan una u otra dirección. El primero es constatar que la creación de empleo empezó a despuntar, sobre todo, en la segunda quincena de marzo, una vez superada la tercera ola y cuando se flexibilizaron algunas de las restricciones tras la mejora de los indicadores epidemiológicos. Una mayor movilidad y flexibilidad horaria incentivó la actividad económica y la contratación y permitió a casi 150.000 personas salir del erte. Lo que viene a confirmar la vinculación entre la situación económica y sanitaria. Lo dijo también este martes Pedro Sánchez: «La vacunación es la política económica más eficaz». El presidente del Gobierno no analizaba las cifras del paro, sino que daba cuenta de los planes de vacunación para los próximos meses. Y esta es la auténtica clave que desencallará la situación: solo cuando un porcentaje amplio de la población esté inmunizado podremos hablar de salida de la crisis.

De cómo sea esa salida de la crisis también habrá que ser vigilante. El llamado escudo social diseñado por el Gobierno y las políticas fiscales previstas por Bruselas deberían evitar los errores cometidos en la anterior recesión financiera, cuando aumentaron las desigualdades sociales. Se ha hablado también de impulsar un nuevo modelo productivo, si bien, a falta de que lleguen los fondos europeos, lo que de momento estamos viendo es una vuelta a los sectores tradicionales de crecimiento de empleo: la hostelería fue el que más ocupación creó en marzo y las comunidades autónomas donde más subió la afiliación a la Seguridad Social fueron aquellas más dependientes del turismo: Baleares y Canarias. Y las últimas previsiones del FMI apuntan a que algunas de las debilidades de la economía española seguirán estando allí: incluso con una previsión de crecimiento alto entre 2021 y 2023, el paro seguiría siendo el más alto de cualquier otra economía avanzada. Así que el turismo y la hostelería siguen siendo un fuerte activo económico, que ha sido especialmente golpeado por la pandemia, por lo que necesitará de unas ayudas específicas para su recuperación y, donde sea posible, modernización y adaptación a la realidad poscovid.

Es difícil aventurar si la caída del paro es un cambio de tendencia o se desvanecerá si la cuarta ola de la que advierten los expertos obliga a un endurecimiento de las restricciones. La incertidumbre, no saber si un negocio podrá abrir a la semana siguiente, es el peor enemigo de la contratación. Y entre tanta incógnita, un punto netamente positivo: los 207.000 contratos indefinidos firmados en marzo, la cifra más alta de la serie estadística, atribuida a la labor de la Inspección de Trabajo en su lucha contra el fraude en la contratación temporal.