Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

Ayuso avisa desde el centro

Ayuso para Etxebarria

Ayuso para Etxebarria / Alberto Ortega / Europa Press

En 1930, el médico Alexander Luria encabeza una expedición de psicólogos soviéticos hacia Asia central para estudiar el impacto de la revolución socialista en los pobladores de la estepa de Mongolia.

En una de sus entrevistas, Luria le pregunta a un pastor en qué se parecen un cuervo y un pez. El pastor le responde: "En nada". Luria le explica a continuación que los osos son pardos porque deben mimetizarse con el entorno para que sus presas no los detecten y salgan huyendo. Si el oso es pardo, puede pasar desapercibido tras un tronco de árbol.

Pregunta de Luria : "En el Polo Norte todo es blanco, pues está cubierto de nieve, ¿de qué color cree que serán los osos allí?". Respuesta del pastor: "No tengo ni idea. Debo esperar a que venga un sabio que haya viajado allí y me lo cuente".

¿El pastor es tonto? No. Puede cazar un caballo a lazo, sabe sobre doma de animales mucho más que cualquier reputado etólogo; sabe de astronomía, pues se orienta por la noche a partir de las estrellas; y es excelente en cálculo: cuenta sus cabezas de ganado a una velocidad impresionante para el observador.

El pastor, sin embargo, no conoce la categorización aristotélica entre los reinos animal, vegetal y mineral, pues no ha tenido contacto con la cultura europea. Para él los animales se dividen entre comestibles o no, entre los que nadan, los que corren y los que vuelan. Para él, un cuervo nada tiene que ver con un pez.

Lo tangible y lo terreno

El pastor no está particularmente inclinado a las operaciones de pensamiento abstracto: él se mueve en lo tangible y lo terreno. Equivocarse en su ruta de pastoreo y adentrarse en territorio desconocido le puede suponer la muerte por inanición. Por eso, desde pequeño, no solo a él, sino a su padre, y al padre de su padre, y así durante siglos, le han dicho que no presuponga sobre las tierras que no conoce, porque nunca se sabe lo que te puedes encontrar allí.

"Mi amigo catalán no entiende el marco mental de los madrileños"

Conociendo esta anécdota, entiendo mejor cómo cualquier amigo catalán no puede entender que Isabel Díaz Ayuso vaya a arrasar en Madrid las próximas elecciones. Mi amigo no vive aquí, y no entiende las circunstancias, o el marco mental, de los madrileños.

La lógica de los bares

Yo resido en un distrito en el que en las elecciones de 2019 ganó el PSOE –con un 26, 49% de los votos–, seguido por Unidas Podemos, con un 21,35%. Y en el que hay un bar por cada 62 habitantes.

El bar de debajo de casa da de comer a 27 personas, pues está abierto de martes a domingo, de 10 de la mañana a 10 de la noche. Y el dueño prefiere seguir abierto a quedarse a la espera de una ayuda. Sabe de muchos hosteleros en Barcelona que ya han cerrado, pese a la nueva línea de ayudas a la hostelería abierta en Catalunya.  

El dueño de otro bar es un ferviente comunista, con carnet del PCE, y muy cercano a Unidas Podemos. De hecho, antes de que Pablo Iglesias se fuera a vivir a Galapagar, era habitual verle cenar allí, con sus colaboradores. El dueño me revela entre susurros que va a votar a Ayuso. No al PP, quede claro: a Ayuso.

Mis amigos catalanes albergan, como casi todos los seres humanos, prejuicios cognitivos y culturales, que les impiden a veces entender a otros grupos humanos. 

Y es que, como bien dice Daniel Goleman: "No nos damos cuenta de lo que nos desagrada ver... Y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta".

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