La UE y la pandemia

Federalismo de vacunas

De esta crisis tenemos que extraer la lección de que frente a las tentaciones nacionalistas, solo la lógica federal nos hace más fuertes.

President of the European Commission Ursula von der Leyen gives a press conference with the US Secretary of State ahead of their meeting in Brussels  on March 24  2021  (Photo by Virginia Mayo   POOL   AFP)

President of the European Commission Ursula von der Leyen gives a press conference with the US Secretary of State ahead of their meeting in Brussels on March 24 2021 (Photo by Virginia Mayo POOL AFP) / AFP / VIRGINIA MAYO

Joaquim Coll

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La lentitud en la UE con la vacunación, sobre todo en contraste con el ritmo acelerado en Estados Unidos y Reino Unido, ha hecho estallar las tensiones internas y alimentado los reproches hacia la Comisión presidida por Ursula von der Leyen, a la que se acusa de haber actuado débilmente frente a las farmacéuticas, entre otras cosas. También se critica la tardanza excesiva de la EMA en dar su aprobación para acabar diciendo lo mismo que sus homólogas norteamericana o británica. Que desde la UE se hayan exportado más de 77 millones de dosis cuando solo ha logrado distribuir entre los 27 algo más de 100 millones en el primer trimestre, es otra nota muy negativa que ha obligado a Bruselas a revisar su estrategia y a implicarse a fondo para garantizar la producción. Particularmente hiriente es que dos terceras partes de las inyecciones en el Reino Unido hayan salido de fábricas europeas. Boris Johnson ha hecho nacionalismo con la vacunación, legitimando el Brexit, mientras en la UE tenemos la sensación de haber sido las víctimas de los reiterados incumplimientos de AstraZeneca. Ahora bien, buena parte de todos esos problemas son reflejo de una arquitectura institucional europea tan compleja como débil políticamente, de la falta de un verdadero Gobierno europeo elegido por un Parlamento y que rinda cuentas ante la ciudadanía.

La estrategia de la Comisión, basada en un enfoque centralizado para garantizar una distribución de vacunas per cápita y un acceso equitativo en todos los países de la UE, fue un paso enorme para dotar al proyecto europeo de un gran sentido histórico junto a los fondos económicos Next Generation. Imagínense qué habría pasado si cada país hubiera tenido que pelear en el mercado mundial: el nacionalismo de vacunas hubiera arrasado con todo. Por tanto, la solución no es menos Europa sino más y mejor integración europea. Si nada más se tuerce alcanzaremos el 70% de vacunación en verano y superaremos pronto el covid. Pero de esta crisis tenemos que extraer la lección de que frente a las tentaciones nacionalistas, solo la lógica federal nos hace más fuertes.

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