Memoria histórica

No es Churruca, es Juan March

La atención prestada a la retirada de calles de personajes secundarios contrasta con el silencio sobre el financiador del golpe de Estado del 18 de julio

Juan March Ordinas

Juan March Ordinas / Archivo

Matías Vallés

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La persona que ha recibido con mayor alborozo la retirada de una avenida de Palma a Juan March es Francisco Franco. Claro que el franquismo ya no es lo que era. Tras verificar que el cambio correspondía a un ayuntamiento de izquierdas, escritores como Pérez-Reverte se han cebado contra la denigración callejera simultánea de los almirantes Churruca o Gravina. La atención prestada a personajes secundarios contrasta con el silencio sobre el financiador del golpe de Estado del 18 de julio.

El debate debería centrarse en los honores merecidos por un personaje cardinal del siglo XX, más allá de las fronteras. Seguro que la obstinación por escamotear la presencia entre los represaliados de Juan March no obedece a que los popes culturales son prohijados por poderosas instituciones que ostentan dicho nombre. Sin embargo, al agrandar la ofensa a la memoria de Gravina y Churruca, se exonera de paso al banquero mallorquín sin necesidad de citarlo.

La reivindicación de March sería más valiente que llamar “idiota” a un alcalde democrático de provincias, como hizo Reverte. Para desmarcarme de la maniobra de despiste, no veo demasiado inconveniente en preservar la avenida del banquero a quien Churchill declaró fundamental en el soborno de los generales de Franco, para evitar que movilizara a España del lado de Hitler. Lo hizo cobrando, claro. Un segundo argumento a favor de la avenida de Juan March es que no me molestaría vivir en la calle de Atila, aunque no me extrañaría que los descendientes de víctimas del azote de Dios me denunciaran por incitación al odio. Un tercer razonamiento recuerda que no es lo mismo dedicarle hoy una calle a Juan Carlos I que retirarle la lápida. Y en cuarto lugar, el trabajo de los inquisidores viene facilitado porque ningún ser humano reúne los requisitos de pureza que imponen. Ni Gandhi, ni Martin Luther King, y mucho menos la Madre Teresa. La polémica se centra en decidir si se dedican las vías urbanas a seres humanos o solo a divinidades. Calle de Júpiter, verbigracia.