Efervescencia

La Catalunya del ‘procés’ ha estado marcada por tres líderes: Artur Mas, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. El astuto, el agitador y el beatífico. Tres hombres, tres adjetivos para su liderazgo, tres quebrantos. Prometieron la luna y causaron un eclipse colosal. Sin embargo, su carisma ha salido notablemente indemne. En especial el de Puigdemont, aún capaz de generar las más fieles adhesiones.  

Frente a estos tres políticos de personalidad tan marcada, ahora entra en liza Pere Aragonès, el hombre sigiloso. Su opacidad impide discernir si es la oportunidad o la estrategia el origen de su avance. No es difícil intuir el fastidio de Puigdemont en las negociaciones. Todos sus aspavientos y sus artefactos políticos se tornan gaseosos ante el hombre del sigilo. Más aún, ante la aspereza de la realidad. En Catalunya ya no se especula con la fecha de la independencia, sino con el día en que nos libraremos de la mascarilla. El Consell per la República suma 90.000 personas. El paro, más de 500.000. Frente a la internacionalización del ‘procés’ están los fondos europeos de recuperación. Más pronto o más tarde, la efervescencia siempre acaba diluyéndose.  

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