La mutación europea

Ursula Von der Leyen

Ursula Von der Leyen / AFP / JOHANNA GERON

Rafael Vilasanjuan

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Aunque parezca abrupto, tal vez la Unión Europea necesitaba una epidemia para reconstruirse. Cuando arrecian las críticas a la gestión de las compras de la vacuna, a los acuerdos con las farmacéuticas y a los sobresaltos por el aprovisionamiento, es hora de reconocer que por primera vez desde su creación la Unión Europea ha actuado como el estado al que todos miramos. Cuando parecía que la salida británica abría la puerta al cuestionamiento entre el resto, Europa emerge. No fue la moneda única -a la que no todos se apuntaron-, ni la Constitución -que no todos ratificaron-. Ha sido el virus.

Con la vacuna nace una nueva realidad que equipara derechos y posibilidades entre rumanos y franceses, alemanes o portugueses. No era algo evidente. A pesar de las críticas, con la excepción tal vez de Alemania, ningún otro país de la UE por su cuenta, hubiera tenido la capacidad de compra, el precio ni la cantidad de dosis, por lentas que lleguen. A diferencia de EEUU donde existe una agencia encargada de negociar y comprar en emergencias, la UE se ha tenido que organizar a prisa y corriendo. Los contratos se han cerrado más tarde y con más ingenuidad, pero, aun así, los resultados son incomparables de haber ido cada uno por su cuenta. 

Ahora los ciudadanos miramos a la Comisión Europea como si fuera el Gobierno de todos. Que las dosis lleguen pronto a Girona, Tesalónica o Heidelberg depende de una negociación de Bruselas. La Comisión ha dejado de ser una estructura que los ultranacionalistas acusan de burócrata y lejana. El virus la ha puesto en el centro. Miramos a la Comisión como un Gobierno, no solo a la espera del maná en forma de vacuna, también para reclamar contratos trasparentes, que se negocie con más fuerza o para apoyar que se frenen las exportaciones si antes no se cubren las necesidades comunes. No es una nación, pero con ventajas e inconvenientes, por primera vez Europa actúa como si lo fuera. Una mutación que ojalá venga para quedarse cuando el virus se vaya.