En clave Madrid
Toni Cantó o el teatro de la refundación del PP
El actor que decía querer volver al escenario se pasa al partido al que tanto azotó por corrupción
Los populares hacen huecos a huidos de Cs, el partido que presumía de usar casting y 'headhunters'
La supuesta refundación de Casado poco tiene que ver con la que impulsó Fraga y remató Aznar en los 90
Gemma Robles
Directora de Red de Contenidos de Prensa Ibérica
No se conoce a nadie que diariamente se dedique a la política o aledaños y se creyera a Toni Cantó cuando, tras un supuesto desengaño en la última Ejecutiva de Ciudadanos, dijo marcharse por dignidad para volver a los escenarios. "Está actuando y no está haciendo, precisamente, su representación más creíble". Ese era el pensamiento general. De hecho eran ya más que conocidos sus contactos asiduos con un sector del PP valenciano. No tenía misterio: corría hace semanas el rumor entre cargos populares de que el actor quería un papel en el partido de la gaviota. Por supuesto en la organización naranja, también.
Ahora resulta que Cantó, el hombre que sacó el látigo con los populares por la corrupción en las comisiones parlamentarias creadas 'ad hoc', el que sentía escalofríos solo de pensar en lo que escondían las alfombras de la organización de Luis Bárcenas, se une a esa formación por deseo expreso de Pablo Casado (y siempre que Isabel Díaz Ayuso no lo chafe por querer colocarlo en puestos poco nobles de su candidatura). A la misma formación que dio cobijo al ya célebre extesorero. A la de los supuestos sobres con sobresueldos. Ahí queda eso. Y el PP, que sufrió en sus carnes el látigo retórico del intérprete en dichas comisiones, le acoge en su seno. Como independiente (a ver cuánto dura eso), pero en su seno. Coherencia pura. O refundación de la derecha, se llama ahora.
¿Puede llevar el nombre de ‘refundación’ la OPA que Casado está haciendo sobre los restos de Ciudadanos? Es dudoso, porque esto no es un acuerdo entre cúpulas en pro de un objetivo común que convenga a ambas partes. Es otra cosa. En Murcia los naranjas que ayudaron al PP a frustrar la moción de censura que se les venía encima han sido agraciados con consejerías en el Gobierno regional. O sea, con sueldos públicos, poder y coches oficiales. El exsecretario de Organización de Albert Rivera, el otrora todopoderoso Fran Hervías, tiene ya un puesto de trabajo en la dirección popular y el propio Rivera, por cierto, ha cobrado del PP a través de bufete que representa por trabajos recientes.
¡Viene el sanchismo!
Personajes como Cantó, ahora, abandonan Cs y su cargo en las Cortes valencianas para correr raudo a sumarse a las listas electorales de Isabel Díaz Ayuso. En diez días se le ha pasado el disgusto que tenía y las ganas de volver a los teatros para formar parte de una refundación teatral. Él sostiene que lo hace para evitar que gobierne "el sanchismo e Iglesias" en Madrid. No debe haberse enterado que "el sanchismo e Iglesias" ya gobiernan en Madrid y en el resto de España y que en Madrid, por el PSOE, se presenta un “soso, serio y formal” llamado Ángel Gabilondo. Pero a él le sirve de excusa para justificar que saldrá a la pista a competir con el hasta hace dos días compañero de partido, Edmundo Bal.
Cantó no será el único ni el último que abandone Ciudadanos para pasarse al PP. Este era riesgo serio de un partido que, como el naranja, se nutrió a su vez de exdirigentes y descartes de otros conglomerados políticos -especial mención a UPyD- y que llegó a hacer casting y hasta procesos de selección con 'headhunters' en la época en que tenían más músculo. Y se presumía de llevar los métodos de empresa a una formación sobre la que siempre sobrevoló el fantasma de ser hija de los esfuerzos del IBEX 35 por tener representación política.
De aquellos polvos experimentales estas realidades. El atraer políticos y potenciales parlamentarios con métodos de compañías privadas favorece, sin duda, que cuando alguien (pongamos un Teodoro García Egea, por ejemplo) llega con una oferta mejor y con más futuro se opte por un cambio 'de trabajo’. Eso puede calificarse de varias maneras, sin duda, pero a priori nada tiene que ver con la refundación ideológica que el 20 de enero de 1989 alumbró Manuel Fraga en un congreso, en el que se abrió las puertas a liberales y democristianos. Fue ese día cuando Alianza Popular pasó a ser el Partido Popular. Un año después sería José María Aznar quien, en otro cónclave en Sevilla, remataría la operación poniendo rumbo al "centro reformista" que le ayudó después a ganar las elecciones. ¿Tiene esto que ver con la estrategia de Pablo Casado o lo suyo es teatro, como de lo Cantó?. Veremos.
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