Amiguismo y corrupción

Conservar los privilegios

La democracia, que consiste en acabar con los privilegios, se ve más amenazada cuanto más numerosos y activos son los ambientes de favores mutuos

Anillos y justicia

Anillos y justicia

Jordi Nieva-Fenoll

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Pocas personas aceptan renunciar al poder. Ocurre en todos los ámbitos: el empresarial, el laboral, el universitario, el judicial o el político, entre otros. Incluso hay algún sector más desconocido que trasciende a los anteriores porque está presente a la vez en todos ellos. Hay personas que poseen conocidos –“teclas”– aquí o allá. Con independencia de su ideología política, suelen ser muy conservadores. Que haya cambios les acostumbra a inquietar mucho, dado que entonces ven amenazada su cuota de poder. Suele haber personas, o hasta instituciones, que de algún modo aglutinan y dinamizan ese ámbito de influencias, de manera que protegen a esos allegados para cubrirse a sí mismos a través de ese círculo de amistades. Por ello esas personas defienden al aglutinante a capa y espada, nunca mejor dicho. Incluso buscan todo tipo de falaces referentes históricos, morales, ideológicos, políticos o hasta, llegado el caso, religiosos para conseguirlo.

Todo lo anterior es una realidad de mayor o menor intensidad en muchos campos y países. El problema es que la existencia de esos entramados de amistades es justamente lo contrario a la democracia. De hecho, se ve más amenazada cuanto más numerosos y activos son esos ambientes de favores mutuos. La democracia consiste, precisamente, en no centralizar los ámbitos de poder, sino en dividirlos, a fin de que sea más complicado que una sola persona o grupo acaben mandando en todas partes. Además, se garantiza la alternancia de los que ocupan esos cargos a través de las elecciones. En los sectores en los que no hay votaciones populares, como en el poder judicial, deben establecerse exámenes de acceso a la judicatura de enorme exigencia a fin de garantizar, en lo posible, la limpieza en la evaluación de los aspirantes. Es decir, que no acceden candidatos por influencias sobre el tribunal examinador.

Redes de amistades

El poder judicial es, además, el garante principal en una democracia de que esos nidos de influencias existan en menor medida. Persiguen los delitos en los que se ve implicado un favor mutuo. Por eso, la justicia no puede funcionar si se corrompe el examen de acceso de los jueces, o bien cuando en el gobierno del Poder Judicial se instala un sistema de influencias para ocupar los altos cargos de la justicia. Las decisiones se acaban tomando partiendo de esa red de amistades, y como existen varias de esas redes –el colectivo es numeroso– la única incertidumbre es saber si se impondrá una u otra corriente. Pero sin pertenecer a una de ellas es imposible llegar a nada, y eso es lo antidemocrático.

Fallando la justicia tampoco funciona el resto de poderes del Estado. A veces los jueces ven un delito de sus políticos afines y miran para otro lado, o empiezan a perseguir a algunos gobernantes imaginando delitos para desgastarles políticamente o quitarles de en medio, simplemente por ser próximos a un sector de poder u otro, representados por los partidos. Esas formaciones políticas, a su vez, tampoco son las campeonas de la alternancia. Periódicamente sobrevienen cambios en su cúpula, muchas veces dramáticos por la resistencia a abandonar el poder de aquellos que lo tenían. Aunque algunos sujetos están siempre. Al haberse dedicado únicamente a la política, siempre esperan cargo cuando su partido gana elecciones.

Empresarios

Y lo mismo les ocurre a los más variopintos empresarios. Les llaman para invertir en sus empresas dinero público cuando ganan las elecciones los suyos, a los que previamente financiaron sus campañas. De ahí que esos empresarios, o personas ávidas de cargo, defiendan su opción ideológica, no por convicción, sino porque son los que les van a dar dinero. Ha habido casos vergonzosos de personas que cambian de partido ofreciendo como pago su ámbito personal de influencias, y una vez dentro de la formación política defienden lo que sea con tal de que su partido siga en el poder, y ellos ganando dinero.

Lo que resulta alucinante es que los votantes de tantos países no se den cuenta de todo esto, y voten solamente en función de banderas ideológicas casi siempre traicionadas en la práctica. Tal vez no entiendan lo que es la democracia. Una pena. La democracia consistía en acabar con los privilegios. Libertad, igualdad, fraternidad.

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