La tribuna

Los salarios mínimos funcionan

En las condiciones actuales, las subidas prudentes de la remuneración mínima en economías como la española no tienen prácticamente efectos negativos en el mercado laboral

Trabajadora de la limpieza

Trabajadora de la limpieza / Fundació La Caixa

Antón Costas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con frecuencia, a los economistas nos suelen hacer preguntas del tipo: ¿usted cree que es bueno bajar los impuestos? ¿Se debe ayudar a los pobres con transferencias de dinero sin condiciones o se les debe forzar a buscar trabajo? ¿Es bueno subir los salarios mínimos? Como las respuestas a cuestiones de este tipo difieren de unos economistas a otros, le quedará la duda de cómo saber cuál es el economista en el que puede confiar

Dani Rodrik, prestigioso economista de la Universidad de Harvard, ofrece una regla sencilla para saber si el economista al que ha preguntado es o no un buen profesional. Si la respuesta es un 'sí' o un 'no' taxativo, sin matices, desconfíe de él. Puede que acierte, pero ni él sabrá porque. Por el contrario, si la respuesta es “depende”, está usted ante un profesional prudente, aunque en principio pueda pensar que su respuesta evasiva es de alguien que no sabe del tema.  

Después de esa respuesta, seguro que estará deseando preguntarle "¿depende de qué?". El buen economista le dirá: “Déjeme ver primero los datos de su economía y después le daré mi opinión”. Algo así como lo que hacen los médicos para saber cuál es el mejor tratamiento: miran los datos de su eficacia y concluyen cual es el más adecuado para prevenir o curar una patología. 

Sin embargo, la profesión de economistas y también la de dirigentes políticos está llena de personas dogmáticas, con opiniones preconcebidas que se niegan a ver los datos antes de emitir una opinión. Un ejemplo claro de este tipo de posicionamientos apriorísticos son los salarios mínimos. Hasta hace pocos años la mayor parte de los economistas y políticos conservadores eran muy escépticos, cuando no claramente opuestos, a elevar los salarios mínimos. Sostenían que este aumento llevaba a las empresas a contratar menos trabajadores del grupo en el que se subían los salarios. Por lo tanto, afirmaban, se perjudicaba precisamente a aquellos a los que se quería beneficiar. Pero cuando usted les preguntaba en qué datos se basaban, respondían con evasivas o diciendo que era de sentido común.

Si la mejora del bienestar de los hogares compensa la pequeña caída del empleo que se pudiera producir, entonces se debe defender la conveniencia del aumento salarial

Hoy la opinión ha cambiado. La mayor parte de la profesión apoya la política de subida de los salarios mínimos que están planteando gobiernos como el de Joe Biden en Estados Unidos, el Reino Unido o la propia Comisión Europea. Este cambio de mentalidad no es debido a una inspiración divina, sino a la existencia de nuevos datos empíricos procedentes de investigaciones en economías como la española en la que los salarios han estado largo tiempo estancados o reduciéndose y, a la vez, hay niveles elevados de paro. En estos casos, una subida prudente del salario mínimo no destruye empleo. Además aumenta la productividad de esos trabajadores. Si te pagan más, estás más contento y eres más productivo. Según la carta social europea, el salario mínimo decente debe ser al menos el 60% del salario medio.

Pero aun cuando en algunos casos el aumento de los salarios mínimos pudiera producir una pequeña reducción del empleo, este efecto negativo no debe llevar a rechazar sin más ese aumento. Hay que estudiar también cual es el impacto del aumento del salario mínimo en las condiciones de vida de los adultos y niños que viven en los hogares que se benefician de ese aumento. Si la mejora del bienestar de los hogares compensa la pequeña caída de empleo que se pudiera producir, entonces se debe defender la conveniencia de la subida.

En las condiciones actuales, las subidas prudentes de salarios mínimos en economías como la española no tienen prácticamente efectos negativos en el empleo. Y, por el contrario, mejoran las condiciones de vida de esos hogares. Especialmente la vida de los niños y sus oportunidades. Los salarios mínimos funcionan. 

Suscríbete para seguir leyendo