La comedia sentida de Schitt’s Creek

En su libro 'Las Siete Tramas Básicas', Christopher Booker nos presenta las siete estructuras narrativas más populares de las obras de ficción. Y una de esas siete estructuras es aquella que cuenta las aventuras de un protagonista que escapa de un origen desgraciado y consigue alcanzar un objetivo soñado tras superar arduas pruebas. ‘De la pobreza a la riqueza’ es un cliché narrativo que nos encanta consumir. Nuestro protagonista surge del infortunio y se abre paso a fuerza de picaresca y talante, enfrentándose al mundo, consiguiendo lo inimaginable. Podríamos nombrar cientos de personajes que nos robaron el corazón con esta fórmula, pero de un tiempo a esta parte proliferan también historias en las que los personajes comienzan su viaje en la cúspide de su suerte y, por algún dramático motivo, se ven despojados de esa posición privilegiada desde la cual aprendieron lo que significa ser parte del mundo.

‘Schitt’s Creek’ cuenta la historia de una familia extremadamente rica que pierde toda su fortuna a manos de un abogado corrupto. Acostumbrados a una vida de desmesurado lujo y fama, se ven forzados a mudarse a un pequeño pueblo olvidado por el resto del mundo. Lo que en su momento fue un regalo irónico de un padre ausente a un hijo indiferente, termina siendo el último refugio de un conjunto de desconocidos que comparten apellido. La familia Rose se ve obligada a mudarse a un destartalado motel en el que comparten habitación, ansiedad, y coloridas neurosis, intentando sobrevivir al drástico cambio de vida que les ha tocado.

La serie, creada por Dan Levy y su padre Eugene Levy, se desliza rápida, sutil, e irresistible, capítulo a capítulo. Una química indescriptible envuelve a los personajes, dotándoles de una realidad innegociable, y Catherin O’Hara, matriarca y diva eterna entre los Rose, convierten esta serie en una de las mejores cosas que puedes encontrar en Netflix hoy. Una buena dosis de ironía, un tazón grande de autocrítica, y un par de cucharadas soperas de naturalidad y buen hacer son los ingredientes principales de una de las comedias mejor valoradas de los últimos años.