Política ambiciosa

Ayuso, camino de La Moncloa

Como el triunfal Donald Trump o la fracasada Sarah Palin, la presidenta madrileña solo dispone de una oportunidad: esta

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso / EUROPA PRESS / EDUARDO PARRA

Matías Vallés

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El tremendismo se adueña de la escena política. Isabel Díaz Ayuso, su practicante esplendorosa, ha logrado colar las palabras terrorismo, independentismo y chavismo en cada una de sus intervenciones parlamentarias sobre la pandemia, el término estalinismo solo en algunas de ellas. La practicante de la política en crudo no se postula para gobernadora de Madrid en España, sino de España en Madrid. Su ambición solo puede detenerse en La Moncloa, hipótesis tan delirante como imaginar a Donald Trump en la Casa Blanca. El progresismo consolidó al impensable presidente estadounidense sobrerreacionando a sus gansadas.

Es el mismo combustible que propulsa a la presidenta estratégicamente dimitida, cada disparate la afianza y no le faltarán censores que mejorarán sus expectativas. En el primer asalto, el candidato Gabilondo no solo garantiza la derrota socialista, también asegura que sea por goleada. El fichaje de Pablo Iglesias por el sexto partido madrileño no mejora la ecuación. El resultado es tan inevitable que obliga a pensar si Sánchez, otro presidente imprevisto, no habrá diseñado el hundimiento de sus teóricas huestes para encumbrar a su nueva jefa de la oposición. El régimen actual es el arduo fruto de medio siglo de antifranquismo y otro tanto de democracia. Esa catedral se remata ahora con Ayuso en el papel de gárgola quimérica, siempre con la boca abierta. Trump decía lo que pensaba y, como no era mucho, lo repetía. La presidenta madrileña participa de esta mineralización del discurso esquemático.

No hay precedentes de presidentas del Gobierno españolas, pero el trono ya ha sido ocupado por reinas como Ayuso, incluso en el nombre. Para corregir las alergias, baste recordar que Pujol y Maragall fueron los dos primeros presidentes elegidos de Catalunya, para compararlos a continuación con los dos últimos. El riesgo de los candidatos salidos de la nada es su caducidad, se marchitan fácilmente. Como el triunfal Trump o la fracasada Sarah Palin, la presidenta madrileña solo dispone de una oportunidad. Esta.

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