Escritores peculiares

Yo he venido aquí a hablar de Galletti

Al autor alemán le pasó algo parecido a Francisco Umbral, cuya obra ha sido devorada por el personaje que tan tenazmente creó

Paco Umbral

Paco Umbral / El Periodico

Rosa Ribas

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Hace unos días, ordenando libros, encontré un pequeño volumen ilustrado que había pertenecido a mi suegro. Un librito en alemán titulado 'Gallettiana', lo que no me decía nada, y un subtítulo que tuve que leer dos veces porque traducido era algo como: “Veo a muchos que no están aquí”. Así que ahí abandoné el propósito de seguir ordenando (en realidad expurgando, porque tengo que hacer espacio) y me senté a leer lo que parecía –y era– una colección de frases llenas de despropósitos, pronunciadas, que no escritas, por un tal Johann Georg August Galletti. Tres nombres alemanes y un apellido italiano. ¿Quién era este señor Galletti? 

El apellido se lo debe a su padre, un tenor italiano del teatro de la Corte de Gotha. Gotha es una pequeña ciudad en Turingia, en el este de Alemania, cuyo nombre seguramente sonará a los fans de las realezas varias, porque ahí se editaba el 'Almanaque Gotha' que resumía todas las informaciones de las realezas y la aristocracia europeas, algo así como noticias del universo paralelo. A lo que iba. Galletti nació en 1750, estudió Derecho, pero se interesó por otros muchos campos del saber, como la Geografía y la Historia, ámbitos en los que dejó una ingente obra.

Para que nos hagamos una idea, dedicó cinco volúmenes a la' Descripción e Historia del Ducado de Gotha' y seis volúmenes de 'Historia de Turingia'. Escritos por lo visto con el afán completista, más notarial que intelectual, que caracteriza a los historiadores locales sean de donde sean. Una prolijidad que tiñó también los 27 tomos de su 'Historia del Mundo', tal vez la obra que llevó a Schiller a declararlo el historiador más aburrido que jamás hubiera existido.

Un autor cuyas columnas leían más de un millón de personas, ahora solo lo recordamos por su famosa frase en el programa de Mercedes Milà

Aun así, Galletti recibió un gran reconocimiento, también internacional, y sus manuales de Geografía e Historia se usaron en muchos centros de educación alemanes. Él mismo fue profesor. Y a esa actividad, y no a su enorme obra de erudición, se debe su involuntaria fama posterior. Porque Galletti era un señor bastante distraído y sus alumnos (entre las leyes no escritas de las relaciones entre profesores y alumnos se encuentra que estos últimos tienen que reírse de cualquier manía, tic o rareza de los docentes) pronto empezaron a anotar y recopilar las perlas que de vez en cuando soltaba en clase. Como por ejemplo: “El rey Gustavo Adolfo de Suecia todavía vivía poco antes de morir.” “La muerte de Alejando Magno fue muy sentida en Asia, pero solo después de su muerte”. “Por lo que respecta al color de la Luna es normalmente grande.” O la casi grouchesca “Cuando lo vi a lo lejos, consejero Ettinger, pensé que era usted su hermano, el librero Ettinger; cuando se acercó, vi que era usted mismo y ahora veo que es usted su hermano.”

Mi librito contiene más de 400 frases de este tipo del señor Galletti. Para Estas recopilaciones, que fueron muy populares en su tiempo y que aún se encuentran en librerías, se creó incluso la expresión “Galletiana” (con el sufijo -ana, que sirve para referirse a colecciones). Una vida de erudición y trabajo, más de cien obras escritas y a Galletti profesor y estudioso, se le recuerda (poco, pero se le recuerda) porque tenía la cabeza en otro lugar.

Algo similar a lo que ocurre con la figura de Francisco Umbral, cuya obra ha sido devorada por el personaje que tan tenazmente creó. Lo vemos en el excelente documental 'Anatomía de un dandy', de Alberto Ortega y Charlie Arnaiz. Un autor cuyas columnas, en su momento de esplendor, leían más de un millón de personas, que dejó una ingente obra entre novelas, relatos, memorias… y ahora solo recordamos por su famosa aparición en la tele en un programa de Mercedes Milá, en la que con su voz tonante y pastosa le suelta, con justificado enfado, el “yo aquí he venido a hablar de mi libro”. Una frase que se ha convertido en un chascarrillo, ya bastante sobado, pero que se sigue sirviendo de arranque a autores nerviosos para superar el miedo escénico en las presentaciones de sus libros.

Cuando, durante una entrevista que aparece en el documental, le preguntan al respecto, Umbral responde: "A Valle-Inclán lo conocen por la barba, a Cervantes porque era manco. A cada uno por una cosa. ¿Qué más da? ¿A mí qué me importa? Que les den por el culo.”

Vale, señor Umbral. Pero es que me dio por pensar que no somos dueños ni del recuerdo que dejamos.

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