Pesimismo

La tensión social

Lo peor es nuestra escasa confianza en que tanto política como sanitariamente las cosas se recompongan en un breve período de tiempo

Escaparate roto en los ataques vandálicos producidos tras las movilizaciones de hace unos días en el paseo de Gràcia.

Escaparate roto en los ataques vandálicos producidos tras las movilizaciones de hace unos días en el paseo de Gràcia. / RICARD CUGAT

Carles Sans

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No sé cuándo empezó a generarse. Supongo que, como ocurre con infinidad de asuntos, se inició todo de manera sigilosa, lenta y continuada. La tensión en todos los ámbitos sociales se ha hecho evidente y en estos momentos se vive un estrés, una angustia vital, que se refleja en el comportamiento diario de cada uno. La intolerancia se ha apoderado de las redes sociales; la violencia, de las calles. Bajar hoy por el paseo de Gràcia de Barcelona produce una enorme tristeza al observar los comercios cerrados y sus escaparates protegidos con planchas de madera o acero. El pavimento corroído por el fuego de los contenedores que ardieron hace unos días nos evoca a la pesadumbre y las incertezas que, además, ha aportado la pandemia del covid. La prensa está más tensionada que nunca, los titulares espantan, algunos programas de debate presentan las noticias de una manera apocalíptica, los jóvenes han dejado de creer en su futuro, los más mayores vemos cómo la situación retrocede y la clase política se acosa y acusa como nunca lo habíamos visto.

En España existe un Gobierno socialista en apuros cuya alianza con la extrema izquierda no permite dormir tranquilo al presidente Sánchez. Las constantes invectivas entre los socios de gobierno no contribuyen a relajar la tensión social que se respira. En el ámbito catalán estamos a la espera de que se sepa algo de las conversaciones entre los partidos que se sienten ganadores aunque no lo hayan sido. Dicen que la CUP decidirá. Más incertidumbre en el saco y más dudas acerca de una Catalunya sin plan. Mientras tanto en Barcelona 300 empresarios catalanes dicen basta y piden al Govern que se centre en la recuperación y piden lealtad institucional. ¡Oído barra! Con la tasa de desempleo del 16 % es muy difícil ambicionar que la situación se calme. Lo peor es el pesimismo que se ha apoderado de nosotros y nuestra escasa confianza en que tanto política como sanitariamente las cosas se recompongan en un breve periodo de tiempo. Hay quien dice que ambas cosas van para largo. Entonces, ¿a quién le puede extrañar el aumento del consumo de ansiolíticos y antidepresivos? A nadie.