BARRACA Y TANGANA

La próxima temporada

Di María saluda a Messi tras el PSG-Barça.

Di María saluda a Messi tras el PSG-Barça. / AFP / Franck Fife

Enrique Ballester

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Pongamos por caso que es miércoles. Pongamos por caso que quedas con alguien sin más pretensión que saludar y pasar un buen rato, comer algo y actualizar vuestro momento vital, que incluso te puedes autoengañar porque la cita se podría considerar casi trabajo. Pongamos por caso que pides una caña y después otra y sin saber el porqué y el cómo al poco tiempo te están estafando con gintonics premium, y llegan y se juntan otros dos a la mesa y la tarde se acelera y yo qué sé, ves el terraplén y te dejas arrastrar por él. De pronto estás en una casa ajena viendo vídeos de animales en la tele, porque de repente te flipan los vídeos de animales salvajes de Youtube, lo típico, bebiendo la última cerveza para 'rebajar' y defendiendo con vehemencia la nobleza absoluta del fútbol de Xabi Alonso, un debate trascendental y recurrente que emerge cada poco. 

Pongamos por caso que anochece y has de volver a casa en parte por responsabilidad familiar y en parte para ver la Champions, y te despides y te vas y piensas que estás normal, pero bajas al portal y resulta que la puerta está cerrada y no puedes salir, y pasas un cuarto de hora intentándolo hasta que llamas al dueño de la casa y se lo cuentas y te dice que es imposible, y tú contestas 'pues mira no puedo salir', y al final baja en el ascensor y resulta, pongamos también por caso, que la puerta se abría hacia adentro y tú tratabas de abrirla hacia afuera.

Y entonces, derrotado y humillado encoges los hombros, te retiras, te ríes solo y piensas que igual tan normal no estás, piensas incluso que tus argumentos para defender la nobleza absoluta del fútbol de Xabi Alonso podrían tener sus grietas, quizá. Piensas de camino a casa que otra vez lo mismo, que hacía tiempo que esto no te pasaba, pero tarde o temprano volverá a pasar, y qué más da, ni tan mal.

Lección aprendida

Pongamos por caso que al llegar a casa nadie te dice nada y puedes ver el partido de la Champions, que es el del Barcelona. Y al Barcelona le ocurre lo mismo, o parecido, que en los últimos seis años. Con más o menos dignidad, con peor o mejor resaca, con la diferencia de la geografía y el matiz, pero en esencia lo mismo, o parecido. Y piensas en el Barça y piensas en todos y piensas en ti: si siempre haces lo mismo no debes esperar otros resultados. Lo piensas todo y lo anotas en el móvil para que no se te olvide y poder escribirlo ahora, pero intuyes también que ganarán un partido al Elche y otro al Eibar y otra vez serán todos guapísimos y extraordinarios. Y se convencerán como te convences tú de que ya se ha aprendido la lección, de que no puede volver a ocurrir, que hoy de verdad que sí, que hoy dos cañas y a casa.

Pongamos por caso que ya es el día siguiente y desayunas viendo vídeos de animales. No le encuentras la gracia a los vídeos de animales. El día anterior parecían lo mejor del mundo los vídeos de animales. El día anterior estaba todo clarísimo, incluido lo del Barça, y ahora nada sigue donde estaba. Quién eres tú para juzgar a nadie, si eres lo peor, si eres un meme. Te preocupan un poco las tonterías que pudiste decir, pero la vida no para y el fútbol aún menos. A media mañana hablan de revoluciones y fichajes. A media mañana piensas que algún día habrá que volver a salir. El tema en la radio ya es la próxima temporada.