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Frentismo: Catalunya y Madrid

El “socialismo o libertad” de Isabel Díaz Ayuso pretende liquidar a Cs y quizás 'reaznarizar' al PP

Ayuso comunica la disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones.

Ayuso comunica la disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones. / EUROPA PRESS / A.Ortega

Joan Tapia

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El viernes se constituyó el Parlamento catalán y Laura Borràs, la candidata de JxCat, salió elegida con el apoyo de ERC y la abstención de las CUP. Es indicativo de que, para presidir la Generalitat, ERC va asumiendo las condiciones de JxCat. Y deberá tragar más antes de la investidura de Pere Aragonès el viernes 26. Caso contrario, Puigdemont podría forzar un adelanto electoral. Y no es seguro que, en ese caso, ERC volviera a superar a JxCat pues solo les separaron 40.000 votos. 

¿Por qué Catalunya sigue prisionera del frentismo? La doctrina Borràs -el Parlament es soberano y puede decidir todo ya que no está subordinado ni a las leyes ni a los jueces- es contraria a la hoja de ruta defendida por ERC: “Govern eficaz para tener más votos y negociar con fuerza con Madrid en la mesa de diálogo”. Y Borràs solo cree en la mesa si demuestra que no hay diálogo posible. Puigdemont ya se encargó la pasada legislatura -a través de Torra- de que la mesa se reuniera una sola vez.

La elección de Borràs como presidenta del Parlament no favorecerá la mesa de diálogo que ERC quiere impulsar

¿Por qué ERC está atrapada por Puigdemont? Hay dos grandes motivos. Uno es cierta cobardía, tiene miedo a ser acusada de “botiflera” si rompe con JxCat. La otra es el cálculo, si Aragonès fuera investido con los votos de los 'comuns' y el PSC -cosa posible- ERC ya no podría atornillar a Pedro Sánchez. Favor, con favor se paga. Los votos a Sanchez en Madrid serían retribuidos -tanto monta, monta tanto- con los del PSC a Pere Aragonès. Rufián no podría seguir tronando.

¿Pero por qué esta aversión (o miedo) al PSC cuando en Euskadi no la hay e incluso la polarización desapareció tras Ibarretxe? Tras las elecciones vascas del año pasado, el PNV (31 escaños) y Bildu (21) sumaron 52 escaños, amplia mayoría absoluta en un Parlamento de 75. Sin embargo, el PNV no dudó en reconducir su coalición con el PSOE. Como tras las elecciones de 2016. Y el terrorismo ya no es un obstáculo porque hace ya años que ETA dejó de matar.

¿Por qué pues? Quizás porque CDC se suicidó con Artur Mas y porque ERC, aunque algunos días sueñe con ello, no tiene la solidez del PNV. Malo para Catalunya, para España y -me temo- también para ERC.

Otra cosas distinta es que la polarización parece estar adueñándose también de la Comunidad de Madrid. Más allá incluso de la división en bloques que domina la política española. La tentativa de Arrimadas de tomar el poder en Murcia -para mandar en una comunidad autónoma y tener perfil propio ante el PP- parece fracasada. No dominaba a todos sus diputados porque el arribismo es superior a lo que ella sospechaba y porque Teodoro García Egea, amenazado en su feudo, se ha revuelto como gato panza arriba y ha logrado tres tránsfugas que ahora serán 'ministros' de la comunidad autónoma. 

Y Murcia ha dado luz verde a lo que Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez, durante años jefe de propaganda de Aznar, querían desde hace tiempo: expulsar del Gobierno a sus socios de Cs y convocar elecciones con la esperanza de sacar mayoría absoluta. Casado se resistió siempre a la operación porque priorizaba las alianzas con Cs, pero tras “la traición” de Murcia estaba obligado a reaccionar con contundencia. 

Ayuso, predicando el evangelio trumpiano de “socialismo o libertad” quiere comer en el electorado conservador de Cs y en el de Vox. Es la receta Aznar: unir todos los votos a la derecha del PSOE. Ayuso cree que puede y hay declaraciones suyas en las que se confiesa “mitad monje, mitad soldado”. Del PP, pero muy tentada por Vox.

Si Ayuso triunfa se convertirá no solo en una joven Esperanza Aguirre sino en la promesa de futuro del PP español. Arrinconaría en provincias a Núñez Feijóo y dejaría a Casado en inconfortable situación. Cayetana ya jalea. 

Pero Ayuso y Rodríguez son temerarios. Si la izquierda se mantiene, necesitaría barrer a los 24 diputados de Cs -que no son pocos- haciendo que quedaran por debajo del 5%. Es posible, nada seguro. Y aun así es muy probable que necesite la coalición con Vox. Eso no le molesta, hay que unir -como sea- a todo lo que está a la derecha del PSOE.

Si en Madrid Cs desaparece habrá via libre para una estrategia “liberal” contra el desorden y el socialismo, para sacar a España de las garras del Frente Popular. Jaime Mayor Oreja dixit ('Abc').

El frentismo no acaba en el Ebro. Ahora va por el Manzanares.

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