El tablero catalán

El desprecio a Roger Torrent y al Parlament

Apertura nueva legislatura en el  Parlament

Apertura nueva legislatura en el Parlament / ELISENDA PONS

Josep Martí Blanch

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Hay semanas en las que es una lata dedicar estas líneas al análisis de la política catalana. No porque no haya nada interesante que decir, sino porque se estrenan vodeviles y sainetes de mayor enjundia del tipo “¡Murcia, qué hermosa eres!” o “El suicido de Inés”. Con todo, y a la espera que el mazo del subastero dé inicio al reparto de bienes y enseres de Ciudadanos, volvamos la vista al teatro catalán, que ha estrenado el guión de una nueva comedia.

Del primer trámite serio de la legislatura, la constitución de la Mesa del Parlament, hay que señalar varias cuestiones. La primera es relevante porque afecta a la propia naturaleza de la institución y a la presidencia de la Cámara. Con la narrativa que se ha querido construir ha habido momentos en los que parecía nos quisieran dar gato por liebre. Ni la mesa ni su presidenta son el Parlament. Sus responsabilidades empiezan y acaban en lo que dispone el Estatut, las leyes y el reglamento de la propia institución. Nadie, tampoco la presidenta aunque lleve colgado un bonito medallón, puede hacer de su capa un sayo. Lo que hemos visto no era una entronización, aunque se haya querido presentar así. Era tan solo la elección de quien debe garantizar el buen funcionamiento de la cámara.

La segunda cuestión es menor. Tiene que ver con el poco respeto que la presidenta del Parlament ha demostrado a la institución a la que ha prometido servir con tanto empeño. El desprecio de Laura Borràs al anterior presidente de la Cámara, Roger Torrent, que no mereció ni una sola referencia por parte de su sustituta, demuestra hasta qué punto es frágil la concepción democrática de quien se ha convertido en la segunda autoridad de Catalunya. Porque, dejando a un lado la educación, hay que señalar que la continuidad entre mandatos es un elemento principal de las instituciones democráticas.

Una Juana de Arco con estelada

Borràs se saltó este punto, borró la presidencia de Torrent, lo acusó implícitamente de haber traicionado sus obligaciones y quiso presentar sus credenciales como si se tratara de una Juana de Arco que ha cambiado el crucifijo por la estelada para liberar la institución de las manos de un quintacolumnista. La pretendida humillación a su predecesor se tornó en cambio en elogios a la presidencia de Carme Forcadell. Pues bien, haría estupendamente Borràs, si su devoción por Forcadell es sincera, en leer y escuchar a su admirada predecesora refiriéndose a la falta de empatía con los ciudadanos no independentistas para enfocar correctamente su mandato. Borràs pertenece a la nueva categoría de políticos nacional populistas con una acentuada concepción anoréxica de la democracia, al menos en sus discursos, que cree que la legitimidad que otorga el voto equivale a la impunidad a la hora de manejar las instituciones.

De la puesta en marcha de la Mesa del Parlament hay otro elemento muy destacable. Ver a la CUP abstenerse para facilitar la presidencia a una persona investigada por los trapicheos con los contratos formalizados cuando presidía la Institució de les Lletres Catalanes permite sacar la conclusión que los 'cupaires' están ya con los dos pies en la maceta de la política tradicional. Falta saber si la contrapartida es tan solo la secretaría de la Mesa del diputado de la CUP Pau Juvillà o el viaje a posiciones netamente sistémicas de la extrema izquierda incluye alguna prebenda más que desconozcamos.

Solventado el trámite de la Mesa da inicio ahora la negociación para investir presidente y formar gobierno. Ríase si quiere del tópico que sigue a continuación: habrá dificultades y no será fácil, aunque todo indica que existirá finalmente un acuerdo entre ERC y JxCat para investir a Pere Aragonès y echar el ejecutivo a andar.

Lo que no es risible, en cambio, es que esta negociación va a celebrarse con el convencimiento -hecho, no opinión- de que solo se trata de conseguir un apaño para media legislatura porque no sería justificable ante la ciudadanía la repetición de elecciones.

Volviendo al tablero español, el movimiento desastroso para sus intereses de Inés Arrimadas tiene derivadas en Catalunya. Si la por ahora líder de Cs impone su nuevo criterio, cosa que está por ver, y empieza a echarse bailecitos con Pedro Sánchez en el Congreso, la influencia de ERC puede quedar en un triste gatillazo. Se intuye cierto ánimo entre los socialistas de situarse en un escenario preelectoral. Y en ese escenario las posibilidades de negociaciones reales con el Gobierno catalán se esfumarían definitivamente.

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