Fabricación y distribución

Geopolítica y estrategia de vacunación

Prácticamente todos los analistas coinciden en que el futuro que se viene será más asiático, más tecnológico y nacional

Frenazo a las vacunas en Asturias por la duda ahora sobre a quién inmunizar antes

Frenazo a las vacunas en Asturias por la duda ahora sobre a quién inmunizar antes

Ruth Ferrero-Turrión

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Si alguien hace un año hubiera pensado que la geopolítica actual giraría en torno a la capacidad de producir vacunas, nadie lo hubiese creído. O quizás sí. Múltiples guiones de series y películas se han centrado en un potencial escenario distópico similar al que transitamos, y sin embargo, a pesar de estas tramas nunca se pensó que llegaría a suceder.

Si antes de la sindemia ya se percibían cambios geopolíticos, el actual contexto ha producido un terremoto de dimensiones todavía impredecibles. Prácticamente todos los analistas coinciden en que el futuro que se viene será más asiático, más tecnológico y nacional. El sueño de la globalización ha hecho aguas, en buena medida, como consecuencia de la forma en que fue construido, sobre la base del beneficio de unos pocos, sobre todo aquellos que controlaban los capitales financieros, y en detrimento de los muchos. La pandemia ha hecho que se busquen respuestas en lugares más cercanos y que generan proximidad y empatía, en lugar de intentar encontrarlas en frías instituciones que desconocen las cotidianidades del ciudadano y ciudadana de a pie. Hace apenas un año lo multilateral y lo supranacional parecían la respuesta. Durante el torbellino pandémico se han refugiado en los 'demos' nacional-estatales. Y todo a sabiendas que las soluciones a conflictos globales han de ser necesariamente también globales.

En este entorno las vacunas se han convertido en un eje esencial del interés nacional. Este interés nacional se puede articular en varias fases. La primera, la de la producción. La segunda, la capacidad de distribución.

Aquel que antes sea capaz de producir el suficiente número de vacunas para inmunizar a sus ciudadanos, antes podrá retomar su actividad económica con normalidad. Este es el caso de la carrera por las vacunas emprendida por aquellos con capacidad para hacerlo. Estados Unidos, Rusia, China y el consorcio europeo coordinado por la Agencia Europea del Medicamento son los principales actores de esta tragicomedia.

Cuando la llegada de las vacunas no siguió el plan previsto por la Comisión y los laboratorios comenzaron a demorar sus entregas, entonces cada socio ha intentado actuar por su cuenta. Israel está en el horizonte de Austria y Dinamarca. A Hungría se han unido República Checa y Eslovaquia en la importación de la Sputnik V rusa, al tiempo que Italia se va a convertir en su primer productor europeo.

Y aquí entramos ya en la fase de la geopolítica de la distribución. La posesión de las vacunas es, sin duda, una ventaja estratégica. Pero aún lo es más, cuando no se depende de eternos procedimientos burocráticos que se demoran hasta la eternidad. Todos recordarán la mofa con la que hace apenas unos meses de trataba a la vacuna rusa Sputnik. Ahora pocos mencionan que la revista 'The Lancet' ha equiparado su nivel de eficacia (91,6%) con el de Pfizer (95,1%) o Moderna (94,5%). Las críticas no cuadran con lo que plantea una revista de reconocido prestigio científico-médico. Las críticas tienen, por tanto, una componente marcadamente geopolítica. 

Existe de manera clara un temor que va increscendo ante la posibilidad de que potencias emergentes como China o Rusia puedan ganar la partida tecnológica en este ámbito. La potencias occidentales temen, con razón no ser ellas, o sus multinacionales farmacéuticas, las que controlen la capacidad de producción y de distribución de unas vacunas que son imprescindibles para la salida de la sindemia. Ante la posibilidad de perder este control han entrado en pánico, porque ven cómo otros productores siguen estrategias que tienen que ver con intereses que ellos no controlan. Y lo peor, cada vez consiguen un mayor número de adhesiones por parte de países situados en la periferia, o incluso, en la periferia de la periferia. Brasil, India, Indonesia y México apuestan por lo bilateral y compran vacunas chinas y rusas; Jordania y Perú han conseguido tener el acceso a ensayos clínicos.

De este modo, la pandemia, con toda su crudeza, por fin ha hecho ver los líderes europeos y norteamericanos algo que se negaban a admitir, que se está produciendo un cambio de rumbo en lo geopolítico, lo financiero y hasta en lo biológico y que si no se encuentra un plan alternativo la situación no va tener visos de reversibilidad.

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