La nota

¿Un Govern eficiente?

El balance de lo sucedido desde las elecciones del 14-F no inclina al optimismo. La política de bloques sigue imperando

BARCELONA 04 03 2021  Politica   Pere Aragones fa una conferencia per presentar a la ciutadania i les principals entitats i col lectius del pais les linies principals del futur govern republica Oriol Junqueras  Laura  Borras y Dolors Sabater        FOTO de ALVARO MONGE

BARCELONA 04 03 2021 Politica Pere Aragones fa una conferencia per presentar a la ciutadania i les principals entitats i col lectius del pais les linies principals del futur govern republica Oriol Junqueras Laura Borras y Dolors Sabater FOTO de ALVARO MONGE / Álvaro Monge

Joan Tapia

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El domingo hará un mes de las elecciones y lo que está pasando no inclina al optimismo. Los dos primeros partidos en las catalanas, las españolas y las municipales, ERC y el PSC, no han sido capaces ni de reunirse. El PSC insiste en que Illa se presentará a la investidura y ERC está negociando solo con el bloque nacionalista (JxCat y CUP), al que quisiera sumar a los 'comuns'. Es posible que un Govern transversal no sea todavía posible como dijo ayer Joan Tardà. Pero, ¡ni mísero encuentro! Sobre todo porque en una Catalunya partida en dos, sin algún mínimo acuerdo transversal será difícil que el país salga adelante y sea escuchado.

Luego han venido las manifestaciones por Hasél, que acabaron con mucha violencia y de las que una parte del independentismo (espero minoritaria) solo concluyó que había que corregir la actuación de los Mossos. Y el llamamiento de mas de 300 entidades empresariales, incluida FemCat, del pasado viernes a favor de priorizar la recuperación económica no ha tenido el más mínimo efecto. La ausencia de la Generalitat en el 70º aniversario de Seat, la empresa española del grupo Volkswagen que quiere fabricar coches eléctricos en Martorell, es incomprensible. Más cuando puede ir unida a una fábrica de baterías a la que aspiran algunas comunidades autónomas con fábricas de automóviles (Valencia, Aragón, Galicia). ¡Que Felipe VI pise Catalunya tiene prioridad sobre una de las inversiones industriales mas decisivas de los próximos años! Ni Pujol ni Montilla se hubieran escaqueado.

Además, el independentismo con mayoría y el 51% tiene todo el derecho a gobernar, pero no a imponer una hoja de ruta que se salte las mayorías fijadas en el Estatut. El separatismo sumó el 51% pero con una caída de la participación del 25%, por lo que su fuerza en el cuerpo electoral no ha subido sino bajado respecto al 2017 (del 33 al 27%)

Por otra parte, un gobierno exclusivo del independentismo ya fracasó la pasada legislatura. ¿Por qué ahora sería diferente? Sí, Pere Aragonès no es afortunadamente como su antecesor, pero sin revisión clara y transparente -del todo inexistente- las diferencias y las luchas intestinas seguirán. Y a 72 horas de su constitución no han logrado ni un acuerdo para la mesa del Parlament. Joan Tardà, hombre de partido con criterio propio, afirmó ayer que otro Gobierno de JxCat y ERC sería "un Vietnam diario". Para pensarlo.

Un Gobierno exclusivo del independentismo ya fracasó la pasada legislatura. ¿Por qué ahora sería diferente?

Vamos más a fondo. ¿Puede una fórmula política que en los últimos cinco años no ha sido recibida por ningún gobierno europeo -salvo el de España- ser una opción de futuro? Ayer a la pregunta de Josep Cuní en SER Catalunya sobre si el independentismo sería capaz de formar un Gobierno eficiente, el 92% contestó que no. No es una muestra representativa sino una encuesta de radio que solo indica lo que piensan los oyentes que se molestan en contestar, pero un porcentaje tan alto muy raramente se alcanza.

Cierto, las circunstancias son complejas y pueden primar las emociones. Que los dirigentes independentistas hayan visto revocado su tercer grado por un juez que sigue las instrucciones del Supremo, no incita a sus seguidores a actitudes desapasionadas. Que Puigdemont haya visto revocada su inmunidad por el Parlamento europeo tampoco.

Pero los que quieren dirigir un país deben saber contar. Seis años después de las elecciones del 2015, en las que se prometió la independencia en 18 meses, las cosas son como son. Y Europa también. No es hora de buscar culpables, sino de saber que los países no viven de sueños sino de realidades.

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