Inmunidad

Sardà, a ver si lo dejan ya

Tras tres años Llarena sigue en las mismas, obsesionado con enmendar la concatenación de rapapolvos judiciales europeos

El magistrado Llarena asume todas las investigaciones por rebelión (ES)

El magistrado Llarena asume todas las investigaciones por rebelión (ES)

Sergi Sol

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Mi admirado Xavier Sardà escribió un artículo memorable en plena vorágine judicial contra los presos y exiliados del 1 de Octubre. ‘Llarena, déjalo ya’ sentenciaba el lego jurídico Sardà ante el todopoderoso magistrado instructor del Supremo, el burgalés Pablo Llarena.

Era abril de 2018 y Llarena se estrellaba una y otra vez contra la justicia europea. Primero, la belga. Luego, la alemana, a cuenta de la detención de Puigdemont cerca de Hamburgo. La retahíla de argumentos de Sardà para que Llarena se olvidara de Puigdemont era hiriente. Empezando por recordar que tampoco malversación, único delito que Alemania parecía dispuesta a conceder tras negar la rebelión de Llarena, que tampoco, porque a Junqueras y compañía los condenaron por sedición. 

Para sorpresa de propios y extraños, quien salió en auxilio de los procesados fue el entonces Ministro Montoro, amo y señor de las cuentas de la Generalitat de Junqueras y Puigdemont. El de Rajoy negó la malversación indicando, tajante, que no se había gastado un euro público en el referéndum. Blanco y en botella.

Llarena no tomó nota del ruego de Sardà, tampoco del vehemente Montoro. Tras tres años sigue en las mismas, obsesionado con enmendar la concatenación de rapapolvos judiciales europeos. Ahora han levantado la inmunidad de que gozaban Puigdemont, Ponsatí y Comín gracias a la llamada ‘doctrina Junqueras’, sin que eso suponga que pierdan la condición de europarlamentarios. Por cierto, con otro Pablo votando en contra. Este, vicepresidente del Gobierno español. Iglesias, como Sardà, considera que no lleva a ninguna parte la judicialización y parece suscribir, como dijera el maestro Sardà, que "un silencio autista e indolente" ha dado aire y fuerza al 'procés'.

Tres años largos después, el independentismo supera el 50% y goza de una mayoría holgada en el Parlament. Pues nada, a seguir en sus trece, contra viento y marea, aunque esa actitud es brisa de cola para el independentismo y de proa para un Estado que, en Europa, se asemeja al Quijote contra molinos de viento. Por mucho que en España Marchena imponga su ley y que hoy Junqueras y el resto de presos y presas vuelvan a prisión, todo lo que huela a venganza e intransigencia da alas al independentismo, a menudo más reactivo que estratégico.