Pros y contras
Feminismo bajo la lona
Más que una tregua, solicitaba Rosa Paz en estas páginas. En su artículo, señalaba cómo la bronca entre PSOE y UP por la ley trans está “marginando el debate sobre cómo las mujeres siguen soportando la peor parte de la crisis sanitaria y económica”.
La disputa atraviesa el feminismo y lo hace con una virulencia tan inusitada como autodestructiva. La ley, en su esencia, no hace más que recoger la legislación ya aplicada en numerosas autonomías, también en Catalunya. Pero ha abierto una grieta en la que, además de discrepancias sobre la autodeterminación de género, afloran intereses partidistas, personales y generacionales. No desprecio el debate, pero sí el histrionismo simplista en el que ha caído. Al fin, hablamos de derechos de las personas trans. Y no solo de ellas. En la discusión subyace una cuestión de poder, de arrogancia de la voz del feminismo. Y con tanto ruido, se silencia a las mujeres que más altavoces necesitan. Hablo de la multitud de mujeres subyugadas en empleos domésticos sin derechos laborales o de las temporeras que soportan condiciones inhumanas. Hay clases. Y la disputa de salón no llega bajo la lona del invernadero.
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