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Cavilaciones de Puigdemont

ERC teme que JxCat esgrima la amenaza de una repetición de las elecciones para elevar el precio de la investidura

Former member of the Catalan government Carles Puigdemont speaks at the European Parliament in Brussels  Belgium  February 24  2021  REUTERS Johanna Geron

Former member of the Catalan government Carles Puigdemont speaks at the European Parliament in Brussels Belgium February 24 2021 REUTERS Johanna Geron / REUTERS / JOHANNA GERON

Joan Tapia

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El viernes se elegirá al presidente del nuevo Parlament, cargo clave en momentos de confrontación con el Estado. El pacto independentista (en construcción) diría que si ERC, con más diputados, puede nombrar a Pere Aragonès 'president' de la Generalitat, a JxCat le toca la del Parlament. Pero este pacto quizs no esté acabado el viernes y JxCat pretenda cobrar por anticipado. ¿Qué hará, entonces, ERC?

Pagar por adelantado escuece, pero dejar pasar a Eva Granados, candidata del PSC, también. El indicio más claro de que el pacto ERC-JxCat está bastante verde es que en su conferencia del jueves -extraña en plena negociación- Aragonès lanzó un aviso-acusación: “Que nadie piense en nuevas elecciones”. Y es que teme que Puigdemont esté cavilando: si mantengo la incertidumbre subiré el precio de la investidura. Y tengo el arma adecuada.

ERC le adelantó por solo un diputado y 35.000 votos, pero el PDECat sacó 77.000. Si hay repetición electoral, acuerdo con Artur Mas y el PDECat -arruinado- no se presenta, JxCat puede ganar a ERC y entonces mantendría la presidencia de la Generalitat. Es un escenario complicado, pero posible. Y puede forzar a ERC a pagar más por la investidura.

Puigdemont sabe que, una vez investido Aragonès, él deja de ser el 'president' legítimo de la Generalitat, título que Torra siempre le reconoció. También deja de tener la capacidad de disolver el Parlament que mantuvo con Torra, hasta el extremo de forzarle a alargar la legislatura más de lo que Torra quería. Y no le gusta ceder a ERC el dominio del calendario electoral.

Hay más. Una vez investido, Aragonès podría cesar a los 'consellers' de JxCat que se le opusieran. O, peor, hacer otro Gobierno si las hojas de ruta de ERC (negociación férrea con Madrid) y de JxCat (“confrontación inteligente” para impedir una paz con concesiones) volvían a chocar. En JxCat hay incluso quien cree que el retorno de la derecha al Gobierno de España conllevaría una “rentable” subida de la tensión. Por eso Waterloo era reacio a votar la censura a Rajoy. Y Marta Pascal, entonces presidenta del PDECat, lo pagó caro.

Puigdemont apuesta (o no descarta) por el cuanto peor, mejor. Y ha leído con atención las declaraciones del muy matemático Andreu Mas-Colell, 'conseller' con Pujol y con Artur Mas, en las que, preguntado sobre el pacto ERC-JxCat, razona: “No será una legislatura de alianzas de sangre de cuatro años. La aritmética apunta a geometrías variables y ERC es la que tiene más margen de maniobra”.

Waterloo cree que si Aragonès es elegido 'president' tendrá un poder excesivo sobre el final del 'procés' y la negociación con Madrid

Puigdemont cavila: ¿Y si algunos meses después de investido, cuando le torpedeemos la negociación con Madrid, nos echa del Govern y opta por el pacto con los 'comuns'? Sabe que el nuevo 'president' de la Generalitat tenderá a negociar. Es difícil gobernar bien Catalunya en pelea constante con Madrid. Y más cuando tienen que venir miles de millones del plan de recuperación europeo.

Ejemplo. Aragonès había decidido que su segundo en Economia, Albert Castellanos, pese al boicot al Rey, asistiera al acto de Seat del pasado viernes con Felipe VI y Pedro Sánchez. Al final hizo marcha atrás, pero en Waterloo creen que el desenlace habría sido otro si Aragonès ya fuera 'president'. Ahí está el PNV que saca dividendos de todos los pactos y que incluso Bildu quiere imitar.

Y si al final, ¿ahora que será privado de la inmunidad de eurodiputado, Bélgica acaba aceptando la euroorden y le entrega a España? Es distinto que entonces un presidente de JxCat quiera 'incendiar' Catalunya, o que Aragonès proteste con fuerza, pero recuerde que Junqueras ya pasó por el trance. 

Pero repetir elecciones tiene riesgos. Las sumas y restas de votos son teóricas. Y si resultaran ciertas, entonces una ERC herida podría sentirse legitimada para elegir el tripartito de izquierdas. Además, el 14-F Puigdemont perdió el 40% de sus votos de 2017 cuando la participación cayó solo el 25%.

Por eso, aunque Puigdemont no esté decidido a nuevas elecciones, puede optar por utilizar esta arma de destrucción para arrinconar a ERC en una negociación por cuotas de poder que será extremadamente dura. Quizá pues el pacto de investidura no esté maduro el viernes 12 y ERC pague por adelantado. Entonces, ¿el viernes 26, día de la primera votación de investidura? ¿Más tarde? 

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