ANÁLISIS

Las paradojas de la noche del Sevilla

Celebración Copa

Celebración Copa / Jordi Cotrina

Antonio Bigatá

Antonio Bigatá

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El actual subidón culé por la brillantez del merecido 3-0 copero frente al Sevilla coincide con la paradoja de que Bartomeu es el barcelonista más vencido y goleado del momento. ¿Paradoja? Sí, paradoja. Porque como tal vez sólo piensan su abogado defensor y él mismo, se da la circunstancia de que Barto es el máximo responsable de que para bien o para mal todavía estén en el club los jugadores y el entrenador que desarbolaron al impecable equipo de moda fabricado con acierto y tenacidad por Monchi y Lopetegui, aunque esté claro para todo el mundo que eso es una auténtica y curiosa casualidad.

¿Es Bartomeu el padre putativo de esa victoria? Pienso que no. En los últimos tiempos él dedicaba mucho más tiempo a tapar los rastros de sus llamémosles presuntos delitos comunes cometidos en el club que a pensar en la plantilla que necesitaba irse construyendo.  No le demos, pues, un Oscar de Hollywood por su gestión. Y no me refiero sólo al impagable desastre económico y al hundimiento internacional de la imagen del club. En materia deportiva tampoco merece elogios. Fue el hombre que despreció los conocimientos, la intuición y la sinceridad de Zubizarreta al fichar futbolistas. Fue quien no supo entender que Valverde era perfectamente válido para rehacer un equipo competitivo pese al desgaste de los veteranos mal criados por el excesivo dinero que ganaban. Y fue el incompetente que se atrevió a poner en manos del flojito e inexperto Quique Setién las riendas para dirigir a Messi y compañía. Lo de ahora, y de ahí la paradoja, es que a su torpeza deportiva le ha sonado gracias a Koeman, la flauta por casualidad.

Pero no fue un mérito especial suyo traer al holandés (él personalmente prefería a otros entrenadores), y esa decisión cuando la tomó era tan obvia que la habría suscrito hasta aquella famosa mujer que era portera de Núñez. Es Koeman quien ha ido recuperando al Messi, destrozado por Barto, ilusionándole por la vía de rodearle de jóvenes que están resultando ser prodigiosos.

 La fotografía de portada de El Periódico del pasado miércoles con Bartomeu y uno de sus compañeros de calabozo es uno de esos documentos gráficos que retratan más cosas de las que aparecen en la imagen. La mascarilla del sospechoso de administrar de forma desleal al Barça más que parecer higiénica recuerda a las que otras personas se ponen para disimular la identidad cuando se dirigen de noche con teas o sin teas hacia las joyerías del Passeig de Gràcia. En cualquier caso esa máscara también oculta, si la había, la sonrisa de esperanza que podría tener en ese momento el retenido por los Mossos ante la inminente celebración del partido de vuelta de la eliminatoria contra el Sevilla.

Atentar contra la ética

A esa misma hora de la foto los locutores madridistas que después efectuarían la retransmisión teóricamente profesional y neutral del partido para toda España también debían estar probándose las mascarillas -que no les sirvieron para disimular nada, por cierto - que acabarían proporcionándoles un aspecto físico similar al de Barto y al de los chicos del Passeig de Gracia. Algunos de ellos, sea dicho de paso, demostraron luego micrófono en mano que no sólo se puede atentar contra la seriedad y la ética fraccionando ilegalmente los pagos a unos proveedores o guardando en casa documentos que tendrían que estar depositados en las oficinas del club. Cada cual intenta conseguir sus fines con lo que tenga más a mano (piedra o micro, por ejemplo) y efectuando el tipo de tarea -por no decir trabajillo- que sea.

Que se lo pregunten si no a Manu Carreño, asediador de barcelonistas durante toda su retransmisión al lamentar continuamente con su tono de voz y sus palabras que el Sevilla no marcase y que el árbitro no se equivocase. Lo digo porque la merecida victoria barcelonista se consiguió compitiendo en el Camp Nou bastantes más personas que los tradicionales once contra once, y algunas de ellas no defendían precisamente ni la camiseta del Barça ni la del Sevilla. Las simpatías hacia clubs ya eliminados de la competición estuvieron muy presentes en el Estadi y salían al éter a través de las ondas que se emitían desde allí. Como el barcelonismo no puede asistir actualmente a las gradas ha podido tomar nota y no olvidará las lindezas que le dedicaron desde Tele 5.