Conocidos y saludados
Algo huele a podrido
El parche que oculta el ojo izquierdo de Villarejo y la bandera española en el mismo lado de su mascarilla describen un perfil de orgullo herido llamado a dar mucho de sí. Tanto como el fétido olor desprendido por tantos años de gases acumulados.
Así que usted es un detective... le pregunta Lauren Bacall a Humphrey Bogart en 'El sueño eterno'. Y la joven rica y descarada, le espeta con condescendencia: “No sabía que existiesen realmente, excepto en los libros”. El hombre, tranquilo y desconfiado, la observa con la mirada de quien ya ve a su chica. Ella, sofisticada, le devuelve el reto y añade que, en cualquier caso, se imaginaba a los detectives “grasientos hombrecitos espiando alrededor de los hoteles”.
Raymond Chandler creó un prototipo de personaje que ha marcado la novela negra. Cínico pero idealista, duro y bebedor, Philip Marlowe se aleja de la violencia para saldar cuentas y resiste la seducción de las bellas mujeres a pesar de que, junto al whisky y el ajedrez, es lo que más le gusta. Se tiene por un lobo solitario que ha estado en la cárcel alguna vez y no se ocupa de casos de divorcio. Se lleva bien solo con un par de policías porque el resto no le aprecian, como se autodefinía en 'El largo adiós'. Y hablando del suyo, advertía que “cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta, de pronto, el suelo”.
No parece que el detective, empresario y excomisario español José Manuel Villarejo Pérez (El Carpio, Córdoba, 3-agosto-1951) desee un final equivalente. Otra cosa es que a alguna de sus potenciales víctimas se le ocurran ideas propias de los grandes guionistas de historias confidenciales. Les ofrecieron y aceptaron sus servicios que él reconvertía en causas en defensa de supuestos intereses estratégicos de España, acumulaba información, la gestionaba a su manera y acababa facilitando unos trabajos paralelos por los que acumuló una fortuna calculada en 20 millones y que ahora provocan nervios y preocupación a un grupo de empresarios y políticos nada desdeñable.
Recién salido de la cárcel donde se ha pasado casi cuatro preventivos años, según él para que no hablara, lo ha empezado a hacer. De momento con frases que pretenden llamar la atención de sus objetivos a través de los medios. Sentencias que buscan su lugar en la lista de notas para potenciales series autóctonas tipo: “Yo nunca fui un policía normal”, “ningún secreto aguanta el tiempo”, “voy a desenmascarar a todos” y especialmente: “Las cloacas no generan mierda, la limpian”. Una verdad a medias porque todo depende de la zona desde la que observes las alcantarillas. Si desde arriba, donde se lanzan los restos, o desde abajo, donde se recogen y canalizan. A tenor de lo que estamos viendo parece clara la ubicación de quien ya empezó a acumular datos comprometidos sobre la vida privada de jueces, políticos, empresarios y periodistas en 1990. Luego llegaron otros trabajos convertidos en casos pendientes para la justicia. Entre ellos la famosa 'operación Catalunya'.
Oteando el paisaje, observando el entramado y lejos de las perchas de Humphrey Bogart o Robert Mitchum, uno se imagina soltando las perlas pronunciadas por Villarejo a Santiago Segura más que a Alfredo Landa porque la creación de José Luis Garci es menos arquetípica que Torrente. El parche que oculta el ojo izquierdo del comisario y la bandera española en el mismo lado de su mascarilla describen un perfil de orgullo herido llamado a dar mucho de sí. Tanto como el fétido olor desprendido por tantos años de gases acumulados.
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