Agresiones

¿Presunción de inocencia para quién?

Cada vez que salen a la luz denuncias de abuso o acoso sexual, la gente se escuda en la posible ausencia de culpabilidad, pero ¿y la víctima?

Protesta sentencia la manada

Protesta sentencia la manada / David Castro

Maria Rovira

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Cada vez que salen a la luz denuncias de abuso o acoso sexual, hay gente (hombres, en general) que se quedan tranquilos diciendo que "existe la presunción de inocencia". Y hala. Siguiente tema. Dentro de su cabeza ya lo han resuelto, sin espacio por la duda. Y haciendo esto seguramente se vean a sí mismos como el último baluarte de neutralidad y justicia en este mundo, cada vez más convertido en una insufrible caza de brujas, donde los hombres buenos y justos no pueden estar tranquilos, espada de Damocles oscilando siempre sobre su cabeza, blablabla. Para que esto sea cierto, la otra cara de esta caricatura debe ser la mujer maquiavélica que se inventa unos hechos y los utiliza de ariete para derribar la carrera y la vida de un hombre inocente y exitoso mientras río desde su torre. Es absurdo, pero es así.

La presunción de inocencia no funciona para quien denuncia un abuso: esta persona miente hasta que se demuestre lo contrario. "¿Dónde están las pruebas?" Sí, exacto! ¿Dónde está el recibo que deja un agresor cada vez que cruza una línea roja? ¿Él no hizo factura? ¿Y ella? ¿Por qué tarda tanto en decirlo? ¿Por qué no fue a la comisaría más cercana a efectuar inmediatamente una denuncia, si no aquella noche, al día siguiente a primera hora?

Hay muchos motivos por los que las denuncias por la vía administrativa llegan tarde. Por estado de 'shock', por miedo a la reacción del agresor, por no reconocerse como víctima de entrada, por sentirse culpable y responsable de la situación, por vergüenza, por falta de apoyo, por pensar que no la creerán. Y por estas razones, y también por miedo y desconocimiento del proceso judicial, muchas denuncias no se efectúan.

No es fácil denunciar una agresión. Como acusado, negar los hechos responde a una motivación muy clara; pero como víctima, alzar la voz y exponerse al juicio público es un proceso muy duro. Pocos alicientes. Cuando despachamos el asunto dentro de nuestra cabeza con "presunción de inocencia" es por empatía hacia el acusado. Nos horroriza pensar en: "¿Y si es inocente, y no la estamos creyendo?" Pero si sintiéramos empatía hacia la víctima, nos horrorizaría pensar: "¿Y si está diciendo la verdad, y encima de haber sufrido un abuso, no la estamos creyendo?"