Negociaciones tras el 14-F

La factura de la CUP

Concederles a los antisistema la centralidad política en unas instituciones que ellas combaten es un error histórico

La candidata de la CUP, Dolors Sabater, comparece para hacer balance de los resultados, el domingo.

La candidata de la CUP, Dolors Sabater, comparece para hacer balance de los resultados, el domingo. / ACN

Jordi Mercader

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Dolors Sabater, cabeza de lista de la CUP, sostiene que el fuego callejero solo pretende abrirnos los ojos de lo mal que están las cosas, aunque ellas lo instrumentalizan sin manías para iluminar la mesa de negociación con ERC. Los antisistema salvaron la mayoría independentista compensando con su avance el retroceso registrado por la suma de los dos partidos del Gobierno Torra. Ahora están pasando factura. Ellos son los guardianes de la desobediencia, los defensores de la confrontación y se presentan como la garantía de la continuidad de un Gobierno independentista. Su exigencia a los republicanos para dejarles gobernar la Generalitat autonómica debería ser inasumible: abandonar definitivamente el Estado de derecho, comenzando por los Mossos y siguiendo por el Parlament, imaginado como caja de resonancia de su lucha contra el sistema.

ERC está disfrutando de su momento. Aunque por muchas vueltas que le den, necesitan imperiosamente a Junts porque sin ellos quedarían en manos del PSC y esta combinación no parece ser del agrado de ninguno de los protagonistas. Al final, el Gobierno inevitable de los dos socios que provocaron las elecciones por incompetencia conjunta y deslealtad mutua acabará imponiéndose. Solo un ataque de temeridad sin límites por parte del partido de Carles Puigdemont puede empujar a ERC hacia la transversalidad.

De no producirse este accidente, el nuevo Gobierno de la Generalitat será rehén de la CUP. Concederles a los antisistema la centralidad política en unas instituciones que ellas combaten es un error histórico y justificar esta contemporización en el valor de sus votos para avanzar hacia la república catalana es una imprudencia. El ruido que se percibe no es el de los clarines del Estado catalán, sino el de los tambores de la decadencia económica y para enfrentarla con alguna garantía la inestabilidad generada por los anticapitalistas supone un obstáculo. Tal vez PSC, ERC, Junts y 'comus' (106 votos) podrían ponerse de acuerdo en esto, como mínimo.