APUNTE

El Barça sangra

Òscar Grau y Bartomeu, en la ciudad deportiva del Barça.

Òscar Grau y Bartomeu, en la ciudad deportiva del Barça. / Getty

Albert Guasch

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La presidencia de Josep Maria Bartomeu terminó de una forma abrupta, con imágenes ojerosas y el descrédito más brutal y absoluto. Con las elecciones a la vista, su figura empezaba a difuminarse, pendientes como estábamos ya todos más del futuro que del pasado. Pero las detenciones nos devuelven al primer plano, de forma descarnada, la época que el barcelonismo pretende olvidar. De la chimenea del expresidente surgen aún nubes negras y tóxicas que ensucian la imagen global del Barça. Basta ver las informaciones en los principales medios del mundo. A la condena por fraude fiscal, al 2-8 de Lisboa o al burofax de Messi, solo faltaba esto: el expresidente, detenido. Otro más. Como Josep Lluis Núñez y Sandro Rosell. Pero con una diferencia muy sustancial: la detención de Bartomeu se produce por una gestión en el club, no por asuntos personales.

Con Bartomeu fueron trasladados a la comisaria los tres hombres de quienes se había rodeado en los últimos tiempos para dirigir la entidad. Masferrer, Grau y Gómez Ponti tenían toda la influencia que reclamaban y carecían los directivos. De ahí que se produjeran, o al menos en parte, tantas dimisiones durante su turbulenta presidencia. De ese mal estalló el ‘Barçagate’, un escándalo que cogió aristas peligrosas cuando se descubrió que una contratación costosa eludió los controles de la junta. Tan peligrosas como que se llegó a algo tan impensable como lo visto ayer.

«Todo esto acabará en nada, ya verás». «Es una tontería». «Es muy bestia cómo se está hinchando esto». Eran frases que se oían en privado de boca de ese núcleo duro. No se sabe cómo acabará todo esto, queda partido legal por jugar, pero ya se ve que el caso no era una estulticia (reverencia desde aquí a los compañeros del programa ‘Que t’hi jugues’ de la cadena Ser). 

Todos los directivos y exdirectivos, los que le quieren bien y los que le quieren menos, han creído siempre en la honradez de Bartomeu. Por su salud y la del club, conviene que los hechos avalen esta fe. Pero la honradez no es incompatible con la torpeza. Y desde la torpeza puede hacerse mucho daño. La marca Barça sangra ahora a borbotones.