Pros y contras

Islas y salvoconductos

Una dosis de la vacuna del coronavirus

Una dosis de la vacuna del coronavirus / EFE

Josep Maria Fonalleras

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Tengo algunas dudas razonables sobre la implantación del certificado de vacunación. Me imagino, sobre todo, las circunstancias concretas, los escenarios, la casuística de quien exhibirá el salvoconducto como una especie de trofeo, como el anillo que lo convertirá en un señor incólume ante la amenaza del virus. Estos individuos podrán hacer de todo, ¿no es verdad? Podrán viajar e ir a conciertos con sus iguales, con todos aquellos que también disfruten de la carta blanca. Y volverán a vivir la ilusión de que son indestructibles.

No lo veo claro, por estos motivos y por los que arguye alguien, como Salvador Macip, que me merece confianza en estos temas. Dice que es un error pensar en este "pasaporte" como un papel que nos debe permitir hacer vida normal: "No vivimos en islas, el problema es global". Ya lo escribió un poeta inglés del XVII, John Done: "Nadie es una isla, completo en sí mismo. Cada humano es un pedazo del continente". Y todo lo que perdemos, lo perdemos y nos debilita a todos. Ya sé que es una medida para reactivar el turismo (y puede que esté bien pensada y tal vez sea un maná en el mejor de los mundos posibles), pero me genera dudas razonables. Solo digo eso.

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