Un fenómeno a fuego lento

Polarización política: el fenómeno que debería estar en boca de todos

Ahora resulta más difícil generar consensos amplios entre grupos con sensibilidades distintas para acometer reformas profundas

Manifestantes pro-Trump irrumpen en el Capitolio, este miércoles, donde se celebra la sesión para certificar la victoria de Biden.

Manifestantes pro-Trump irrumpen en el Capitolio, este miércoles, donde se celebra la sesión para certificar la victoria de Biden. / SAUL LOEB

Javier García Arenas

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Muchos de nosotros todavía andamos entre estupefactos y abochornados tras el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero. No todos los días una persona disfrazada con un casco de bisonte irrumpe junto a una multitud variopinta en el Congreso de los EEUU. Sin embargo, este incidente no es más que la punta del iceberg de un fenómeno que se ha ido cociendo a fuego lento durante años. Hablamos del aumento de la polarización política, no solo en los partidos, sino en la sociedad entera.

El grado de polarización política de una sociedad es una variable clave que cuantifica hasta qué punto la opinión pública se divide en dos extremos opuestos. Tenerlo en cuenta es importante: a mayor polarización, más difícil resulta generar consensos amplios entre grupos con sensibilidades distintas para acometer reformas profundas que permitan que la sociedad avance. En los análisis del economista de Stanford Matthew Gentzkow se observa que la correlación de las preferencias de los votantes norteamericanos con las del partido político con el que se identifican ha aumentado significativamente en los últimos 20 años. Dos ejemplos son especialmente ilustrativos. Primero, hace 20 años era relativamente frecuente encontrarse con votantes republicanos favorables a la inmigración o votantes demócratas contrarios a ella. Segundo, era mucho más común que muchas personas tuvieran visiones conservadoras en algunos temas (por ejemplo, en los económicos) y liberales en otros (por ejemplo, en los sociales). En cambio, en la actualidad los votantes norteamericanos han abrazado el ideario del partido con el que simpatizan en todas sus dimensiones. La consecuencia ha sido un aumento de la antipatía hacia el otro bando: en 1960, el porcentaje de votantes de cada partido que desaprobarían la boda de su hijo o hija con una persona del otro partido era insignificante, pero hoy en día dicho porcentaje ya se eleva al 20%. 

Algunos académicos ya defienden que es precisamente la mayor polarización de los partidos políticos la que ha marcado el ritmo y ha provocado un mayor distanciamiento entre las distintas sensibilidades de la sociedad

Para dilucidar el grado de polarización de la sociedad europea, se puede construir un índice de desacuerdo que mide el grado de discrepancia en la ciudadanía en temas económicos y sociales concretos, a partir de la European Social Survey, una de las encuestas más completas para analizar las inclinaciones políticas de los ciudadanos europeos. Los resultados no dejan lugar a dudas: la sociedad actual presenta un grado de desacuerdo significativamente mayor que hace 15 años en temas tan variados como inmigración, integración europea, confianza en el parlamento o satisfacción con su Gobierno. La única variable donde obtenemos un mayor consenso es en la necesidad de que las políticas públicas reduzcan las desigualdades. 

No sorprende demasiado comprobar que la polarización de los partidos políticos también se ha acentuado. En efecto, una versión actualizada del índice de polarización de los partidos políticos del politólogo Russell J. Dalton muestra un aumento importante en los países avanzados. Y algunos académicos ya defienden que es precisamente la mayor polarización de los partidos políticos la que ha marcado el ritmo y ha provocado un mayor distanciamiento entre las distintas sensibilidades de la sociedad.

Por otro lado, cada vez existe mayor evidencia de la existencia de una brecha entre el comportamiento electoral y las preferencias y valores de las personas que viven en zonas rurales y zonas urbanas tanto en EEUU como en Europa. Además, si a todo lo expuesto le sumamos que el público se autodirige cada vez más hacia medios cuyo sesgo informativo tiende a reforzar sus apriorismos (el llamado 'efecto silo'), no es de extrañar que la polarización esté en máximos.

En definitiva, si hay un fenómeno que destaca a día de hoy en el ecosistema político es la elevada polarización. Esta se encuentra muy asentada y no tiene visos de desvanecerse en el corto plazo. Los hechos del Capitolio son una muestra palpable y extrema de las consecuencias de tal polarización. ¿Los antídotos? Políticas públicas que promuevan un crecimiento más inclusivo. Y fomentar el espíritu crítico para que los ciudadanos desarrollen opiniones propias, siempre con respeto a quien piense diferente. Desconfíen de vendedores de crecepelo y falsos profetas. La realidad es siempre más compleja.