El futuro de la educación

La escuela también innova ¡y mucho!

Una sociedad que no sabe reconocer y promover los proyectos novedosos en la enseñanza y que no trata y retribuye adecuadamente a sus maestras y maestros es una sociedad sin futuro

fp

fp / economia

Antón Costas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La innovación es la fuente del progreso. Hacer algo nuevo, los “inventos”, o las mismas cosas de otra forma es la esencia de la progreso. Sin innovación no hay prosperidad colectiva. El ferrocarril o el telégrafo cambiaron el mundo. Al grito de “¡Abajo las murallas!”, los progresistas barceloneses de mediados del siglo XIX derribaron los muros que impedían que el progreso entrara en la ciudad para cambiar la vida de los barceloneses.  

Pero hay un equívoco acerca de las fuentes de la innovación. Algunos sostienen que se produce exclusivamente en el mundo de la empresa. Nada más equivocado. La innovación y la riqueza es una actividad colectiva. Sucede que ese equívoco se usa para legitimar que se retribuya más a los accionistas y directivos que al resto de personas que participan en el proceso innovador y en la creación de riqueza.

Para cambiar esta mentalidad hay que poner en valor la innovación que se produce en todas las actividades sociales. El covid-19 ha ayudado a hacernos conscientes de la importancia de “trabajos esenciales” que, sin embargo, no son retribuidos de acuerdo con el valor que crean. Una de esas actividades esenciales es la escuela.

Con la finalidad de reconocer los esfuerzos de innovación en las escuelas, hace 13 años la Fundación Círculo de Economía creó el Premi Ensenyament, dotado con una significativa ayuda económica. Este lunes se entregaron los premios de la convocatoria de 2020, a la que se presentaron 98 candidatos. El Premio Cuatrecasas Abogados a la Innovación en Primaria correspondió a la Escola Gabriel Castellá i Raich, de Igualada. El Premio Fundación Agbar a la Innovación en Secundaria y Bachillerato recayó en el Institut Escola Daniel Mangrané, de Jesús (Tortosa). Y el Premio Fundación Bankia a la Innovación en Formación Profesional recayó en el Institut Bonanova FP Sanitària, del barrio de Ciutat Vella de Barcelona.

La escuela no es un gasto social que pueda recortarse en situaciones de crisis, sino la mejor inversión de futuro para la sociedad y para la economía 

A lo largo de estos 13 años estos premios a la innovación escolar han sido para mí fuente de enseñanzas inesperadas. Permítanme que mencione tres. 

La primera es que la escuela es un instrumento esencial para negar el fatalismo de creer que la vida está determinada por la cuna en que se nace o por el barrio donde se vive. No es así. He visto cómo colegios de barrios de especial complejidad y escuelas de segunda oportunidad se han hecho con los premios compitiendo con otros de barrios más acomodados. La Providencia distribuye de forma equitativa 'los talentos'. La escuela es el instrumento que tenemos para que ninguno de esos talentos se quede sin desarrollar. 

La segunda enseñanza es la importancia que tiene la autonomía de los centros tanto para adecuar su proyecto educativo al entorno social y local en que se insertan como para crear su propio equipo pedagógico. Y junto con la autonomía, la importancia del liderazgo directivo. Lo que tienen en común los ganadores es el haber sido capaces de poner en marcha un proyecto educativo compartido por toda la comunidad escolar: el claustro de profesores, los padres y la comunidad local. El corolario de esta enseñanza es la importancia de que las autoridades educativas permitan y apoyen esa autonomía y profesionalización. 

La tercera es que las maestras y maestros son esenciales en nuestras vidas. No por los conocimientos que nos transmiten, sino por las virtudes que nos inculcan. A modo de anécdota, en mi etapa escolar la profesora de Geografía e Historia me suspendió durante un examen. Según ella, el motivo era por copiar. Le dije que no estaba copiando. Me aclaró que el suspenso era porque tenía la intención de copiar. El paso del tiempo me hace tener un recuerdo difuso de la situación, pero no es improbable que fuera esa mi intención. Para Doña Carmen la intención era suficiente. Fue una enseñanza virtuosa que nunca he olvidado. 

Una sociedad que no sabe reconocer y promover la innovación en la escuela y que no trata y retribuye adecuadamente a sus maestras y maestros es una sociedad sin futuro. La escuela no es un gasto social que pueda recortarse en situaciones de crisis, como hicimos durante la última década, sino la mejor inversión de futuro para la sociedad y para la economía. 

Suscríbete para seguir leyendo