Disturbios en Barcelona
Un hombre satisfecho
Miquel Sàmper ha descrito la maniobra que hicieron los mossos en Gran de Gràcia como si fuera una estrategia militar con música de Wagner de fondo
El domingo por la mañana, mirando el vídeo que circulaba por Twitter de la maniobra que la policía había hecho la noche anterior contra un grupo de manifestantes en la calle Gran de Gràcia, me quedé pillada siguiendo el movimiento de los Mossos: la ejecución era perfecta; los recursos, mínimos: los agentes iban a pie y solo se valían de porras y de las manos que les quedaban libres mientras oscilaban hacia adelante y hacia atrás con una cadencia que parecía milimetrada.
Yo nunca los había visto desde esta perspectiva y lo último que habría dicho alguna vez que sí me tocó verlos de cerca en situaciones similares sería que allí había orden y concierto, al contrario: todo eran gritos, carreras, golpes y un sálvese quien pueda general.
Momentos después de ver el vídeo, escuché la entrevista que esa misma mañana le hicieron a Miquel Sàmper, 'conseller' de Interior, en Catalunya Ràdio (https://www.ccma.cat/catradio/alacarta/el-suplement/miquel-samper-no-puc-afirmar-que-en-una-altra-manifestacio-no-hi-hagi-ferits/audio/1093360/). Hablaba de las manifestaciones de estos días con voz tranquila, definiéndolas como “situaciones de dificultad operativa”; enumeraba factores variables a tener en cuenta también, como por ejemplo “la acumulación de cansancio” en las personas implicadas, y calificaba el episodio de Gran de Gràcia de “un tema que había generado cierta controversia”. Después pasaba a relatar lo que había pasado en estos términos que ahora transcribo: “(los manifestantes) se encuentran con que al final de esta calle hay un par de furgonas. Tienen una vía de escape, hay una calle a la derecha, pero optan por pararse. Se produce un minuto de uso de las defensas y cuando acaba ese minuto, entonces sí que cogen esa calle de salida”.
En la entrevista todo suena impecable, como si Sàmper describiera un estrategia militar con música de Wagner de fondo. Recordando cómo yo misma me había quedado pillada por la coreografía de las imágenes, entendí que ese que hablaba no era otra cosa que un hombre satisfecho.
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