La tribuna

ERC 's'ha fet gran'

El desafío que tiene Esquerra es dejar de ser un satélite y ser capaz de fijar ella la órbita. Junts le pondrá las cosas muy difíciles, pero se avendrá porque cuando dejas el poder difícilmente vuelves a él

Pere Aragonès

Pere Aragonès / FERRAN NADEU

Antón Costas

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La idea de que las elecciones catalanas del pasado 14 de febrero no han cambiado nada en el escenario político catalán no es un buen análisis de lo sucedido. Las cosas han cambiado. Y, a mi juicio, para bien. Ahora bien, los efectos de este cambio no los veremos de hoy para mañana. A una vida política tan convulsionada y plural como la catalana no se le pueden pedir giros de 180º grados. El viraje será como el de un trasatlántico, que para cambiar de rumbo necesita un amplio radio de giro. Veremos cambios graduales, en muchos casos imperceptibles a los ojos de analistas atribulados o poco familiarizados con la vida civil y política catalana.   

¿En que me apoyo para decir que algo ha cambiado el 14 F? Para no fatigarle, señalaré solo tres cosas. La primera es la elevadísima abstención que, más allá de la pandemia y el clima, refleja fatiga y desconcierto, especialmente en los votantes independentistas.  La segunda es que ERC ha ganado la  primogenitura en el mundo independentista. La tercera es que se ha producido un cambio también en la primogenitura del mundo constitucionalista, con la sustitución de Ciudadanos por el PSC.  

El relevo de Ciudadanos por el PSC significará un cambio importante en la vida política catalana, tanto la parlamentaria la gubernamental. Ciudadanos desempeñó un papel fundamental en las elecciones de 2017 sirviendo de freno al unilateralismo en el momento en que este amenazaba con provocar una fractura civil entre catalanes. Hay que agradecerle ese papel. Pero como sucede en un automóvil en el que el pedal del freno no puede utilizarse también como acelerador, ahora muchos votantes que en 2017 votaron a Ciudadanos para frenar el independentismo han dado su voto al PSC para acelerar el diálogo y la concordia entre catalanes.

Por otro lado, ERC le ha ganado la primogenitura a Junts dentro en la familia independentista. Y no lo ha hecho al estilo de Esaú con su hermano Jacob, por un plato de lentejas, según cuenta la Biblia, sino en buena lid electoral. Pero ahora tendrá que demostrar que sabe gestionarla. No le será fácil. Quizá pueda sentir vértigo.  

Hasta ahora, ERC era como un planeta sin órbita propia. Sus posiciones políticas estaban influenciadas por la fuerza de gravedad que sobre él ejercía Junts, el otro gran planeta de la galaxia independentista. Y también por los cometas que forman la CUP, la ANC y Òmnium. Ahora tiene que demostrar que es capaz de fijar órbita propia, haciendo que los demás planetas y cometas del sistema sientan su fuerza de gravedad. Esta será la primera prueba para saber si ERC se ha hecho mayor.

El desafío que tiene ERC es ser capaz de ser ella quien fije la órbita. Junts le pondrá las cosas muy difíciles, comenzando con la formación de la mesa y la elección de la presidencia del Parlament. Pero si ERC sabe jugar su nueva posición, Junts se avendrá. Es fácil comprender por qué. La gente de Junts sabe que cuando dejas el poder difícilmente vuelves a él. Sin el poder, se diluiría en pequeños reinos de taifas.

Tras el 14-F habrá cambios, pero progresivos. Quien cree que serán rápidos se plantea un Govern con el PSC, pero eso es ahora una ilusión

Desde la aritmética parlamentaria, ERC tiene dos opciones para formar gobierno. Una de izquierdas, con En Comu-Podem y el PSC. Otra independentista, con Junts y la CUP. Aquellos que desean ver un viraje rápido hacen cábalas sobre la primera opción, en sus diferentes variantes parlamentarias. Es una ilusión. En la vida todo es posible, pero no todo es igualmente probable. ERC formará Govern con Junts y la CUP. Aunque sus dirigentes quisieran optar por la otra opción, sus votantes no se le permitirían.

Es posible que a medida que avanza la legislatura ese gobierno independentista pueda llegar a romperse por las exigencias o maniobras de Junts o la CUP. Sería en ese momento cuando ERC podría llegar a sentirse legitimada para contemplar un cambio de aliados. Su ventaja es que ahora sabe que, en ese caso, podría llegar a acuerdos de país con el PSC.

Naturalmente, una cosa es estar en el gobierno y otra gobernar realmente. Después de años desgobierno, este será el test definitivo para ver si ERC se ha hecho mayor. Una primera señal será ver quién nombrará a todos los miembros del Govern, si será el presidente o les vendrán impuestos por sus socios.

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