Pros y contras

Amat y los detalles

Uno de los aciertos de 'El hijo del chófer' es que habla del mundo a través de los cristales de la intimidad sin que el zambullirse en las alcantarillas dañe la dignidad de una voz honesta

Jordi Amat.

Jordi Amat. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Uno de los grandes aciertos del libro de Jordi Amat 'El hijo del chófer', este exitoso retrato áspero sobre la historia de la Catalunya de la segunda mitad del siglo XX, es su ambición literaria. De hecho, la combinación entre la voluntad de describir la evolución trágica de un personaje extremo, como Alfons Quintà, y la idea de enmarcar sus vicisitudes personales (ambición, paranoia y desmesura grotesca) en el contexto sociopolítico que nos explica cómo fuimos y, en parte, por qué estamos donde estamos.

Pero, sobre todo, es el aliento de un escritor que pretende formular un discurso y que utiliza las herramientas necesarias para que sea coherente, huyendo de la simple anécdota y ascendiendo hacia la categoría, sin olvidar que Dios habita en los detalles, como decía Flaubert. Saber cuál era el menú de una comida invernal en un pueblo de la costa y, al mismo tiempo, descubrir "la mecánica opaca del poder". Gracias a un estilo y a un proyecto. Hablar del mundo a través de los cristales de la intimidad y no dejar que el zambullirse en las alcantarillas dañe la dignidad de una voz honesta, con una 'mirada moral' que se fortalece ante los lectores de este relato subyugante.

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