Gobernar tras el 14-F

El funcionario contracorriente

Toda administración debería contar con una figura con la potestad de formular a sus jefes una pregunta muy sencilla: "¿Seguro?"

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Núria Iceta

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Cuando el presidente Torra fue escogido 131º ‘president’ de la Generalitat me permití el atrevimiento de darle un consejo, que no sé si leyó o siguió, en este mismo diario: que cada día de su mandato escuchara al menos a una persona que no pensara como él. Hoy, cuando todavía no sabemos quién ocupará la silla del 132, podría pedir exactamente lo mismo. Y añado otra idea que hago extensiva a todo aquel que tiene una responsabilidad pública.

Estos días de campaña agotadora y deprimente pensaba que una de las innovaciones que se podrían introducir en toda la Administración es la designación del funcionario contracorriente. Igual que hay en todas las oficinas un encargado de seguridad, que en caso de emergencia dirigiría a sus compañeros a un lugar seguro, habría que designar un voluntario para no perder, bajo ninguna circunstancia, la potestad de formular a sus jefes una pregunta muy sencilla: "¿Seguro?" Su máxima sería la de Ovidi: "Un moment! No ens precipitem. Primer pensem".

Tiempo muerto

Este funcionario (denominación para simplificar) debería ser suficientemente independiente y / o convencido de su función para no dejarse arrastrar por las pasiones y la poca razonabilidad que domina la discusión política, para pedir un momento de tiempo muerto tan a menudo como fuera necesario para formular esta sencilla pregunta que pudiera evitar un tuit graciosillo, un insulto, una orden, una contraorden, una declaración, una contradeclaración, una reunión, una llamada, la firma de un acuerdo para negar el acuerdo, la negativa a sentarse alrededor de una mesa de diálogo, o a convocarla, todo aquello que pudiera comprometer el entendimiento entre fuerzas políticas, el trabajo parlamentario y legislativo tan necesario, la cooperación entre administraciones.

Para hacer esta función de Pepito Grillo estoy convencida de que la mayoría de gente está cualificada, que son más refractarios a las teorías conspirativas que los que viven en burbujas comunicativas y que todavía no han perdido la capacidad de hacerse preguntas, sobre todo esta: "¿Seguro?"