Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

14-F

14-F

14-F / El Periódico

Solo hubo una vez en su matrimonio en el que la opinión de Nuria se impuso: cuando nació su primer hijo. Su marido quiso llamarlo Jordi, por Jordi Pujol, pero como el niño había nacido el 14-F, Nuria quiso llamarle Valentí, como su abuelo. Aunque más tarde Quirze dijera que se llamaba así en honor a Valentí Almirall.

Nuria entiende ahora que al niño quizá lo mimaron demasiado, o quizá le exigieron demasiado. Cuando la nena dijo que quería estudiar Magisterio porque la 'tieta' Eulàlia, la monja, le había dicho que "así sus vacaciones coincidirían con las de sus hijos", nadie le dijo nada. Pero cuando Valentí dijo que quería estudiar Arte, el padre le dejó muy claro que él, un chico tan inteligente, podía apuntar mucho más alto, e insistió en que estudiara una ingeniería… Esa ingeniería que Valentí nunca acabó.

Todo empezó cuando se fue a estudiar a Barcelona, que nadie entendió por qué, habiendo en Girona una buena universidad. Pero el niño insistió en que la UAB tenía mucho más prestigio y que se merecía rentabilizar la nota espectacular que había sacado en la PAU. El padre estuvo de acuerdo y, como de costumbre, la opinión de Nuria ni se escuchó.

Pero ella, de alguna manera, sentía algo raro dentro, y, cuando pasó lo que pasó, no se sorprendió. Ni cuando el niño se cortó el pelo de aquella manera rara, ni cuando empezó a vestirse como un mendigo, ni siquiera cuando dejó la carrera, ni cuando se fue a vivir a la comuna aquella, o casa okupada, o lo que fuera. Lo más duro fue cuando llamaron y les dijeron que estaba arrestado. Hasta tres veces hubo que ir a juicio. Y las multas siempre las pagaba el padre.

El padre y él pelean a menudo, pero se adoran. "¿Pero puede gobernar alguien que está a favor de la ocupación ilegal de viviendas? ¿a favor de la nacionalización de empresas?", le pregunta el padre. Y el hijo responde: "En lo esencial tú y yo estamos de acuerdo, lo importante es la independencia".

"No votará porque, por una vez, ha decidido no hacer lo que le dice su marido"

Nuria solo se atrevió a intervenir una vez: "¿No crees que estando la situación cómo está, con los recortes que han hecho en Sanidad, ara no toca?". La respuesta de Valentí se le clavó en el corazón como una esquirla: "Me va a venir a mí a dar lecciones de política una señora burguesa que siempre ha votado lo que le ha dicho su marido".

En ese momento, Nuria se echó a llorar y se levantó de la mesa. Pero no era por la falta de respeto de su hijo, a eso ya estaba acostumbrada, más bien fue por el recuerdo de su padre, y su catarro de mal curar que al principio confundieron con gripe. Cuando que de repente no pudo respirar, la ambulancia tardó más de la cuenta. Luego lo ingresaron, lo intubaron, lo sedaron. Positivo. Aislamiento. Ella no pudo estar a su lado.

Este domingo se levantará la primera, como de costumbre. Irá a la primera misa, las de las 9.30, a la que antes acudía casi sola, pero que últimamente se está llenando de gente. Se pasará luego a comprar los ingredientes para una tarta casera, y la hará con sus manos, como lleva haciendo todos los 14-F desde hace 30 años. Pero, por una vez, no comerá con la familia. Piensa dejar la comida en el frigorífico y una nota, y por la tarde irá a arreglar la tumba de su padre, que ni siquiera tuvo un funeral como Dios manda.

No votará porque, por una vez, ha decidido no hacer lo que le dice su marido.

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