No solo fútbol

Fútbol y debates electorales

Un repaso a las propuestas para el mundo del balón de las distintas formaciones políticas que compiten en las elecciones catalanas del domingo

Girona Leganés

Girona Leganés / La Liga

Josep Martí Blanch

Josep Martí Blanch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En estas horas cruciales en las que usted anda decidiendo su voto permítame un consejo. Relájese y considere la posibilidad de quitar trascendencia al asunto porque el lunes el sol seguirá saliendo por oriente y poniéndose por occidente. Busque en la red la canción Andrà tutto bene de Bandabardó y déjese acariciar tres minutos por un optimismo nada racional pero reconfortante. Si se le queda corto pruebe con Wet-ass pussy de Cardi B y aprenda a bailar twerking. There’s some whores in this House! Véngase arriba, que de alguna manera hemos de celebrar que tras un año en el dique seco se nos invita a una fiesta, aunque sea la de la democracia.

He analizado con atención las propuestas electorales que las diferentes formaciones políticas ofertan en el terreno del deporte. La decepción ha sido total. Ni el soberanismo, ni el constitucionalismo, ni el mediocampismo prometen nada que nos haga levantar de la silla. Ni títulos ni fichajes para el Barça. Tampoco regresos a primera división garantizados del Espanyol y del Girona. Un bluf. No es de extrañar que las encuestas anticipen un récord de abstención.

No han sabido animar el cotarro. Imagínense cualquiera de los debates soporíferos de estos días desde este otro ángulo. Pere Aragonés anuncia solemnemente la vuelta de Neymar, cuya ficha se abonará con cargo a una partida extraordinaria habilitada para luchar contra los estragos psicológicos de la COVID-19. Carlos Carrizosa protesta airado y asegura que con él de presidente se acabaron las cláusulas que obligan a los jugadores del Barça a aprender catalán.  

Fiesta del sopor

Al mismo tiempo el señor de Vox, ignoro todavía su nombre, ladra la necesidad que se impida la entrada de inmigrantes a los campos de futbol. Dolors Sabater, la cupaire que no es cupaire, toma la palabra para leer a cámara que el fútbol es el opio del pueblo y que hay que prohibirlo porque distrae de la revolución necesaria.

Salvador Illa replica que no, que de ninguna manera, que lo que hay que hacer es reencontrarse y superar la división entre las aficiones, castigando los insultos al árbitro y juntas directivas. Laura Borràs coge carrerilla para afearle la estupidez y garantiza que si ella manda la táctica del 3-4-3 será sustituida por la confrontación inteligente.

Jessica Albiach, en nombre del comunismo líquido, apunta que todo puede arreglarse si los ricos pagan cien veces más por las entradas al estadio sin aclarar quiénes son los ricos.  Àngels Chacon, del PDeCAT, promete al aficionado que podrá desgravarse el importe de los abonos a las plataformas de televisión porque así se favorece el consumo y remonta la economía. Cierra Alejandro Fernández, del PP, que asegura que donde todos ven problemas él sólo es capaz de adivinar un gran país y pregunta con solemnidad: "Soy español, ¿a qué quieres que te gane?”.

Hubiese sido sin duda más divertido. Habrá quien piense que todo esto no es tarea de la política. Puede que antes de la pandemia. Pero una vez se decide por decreto a quien podemos sentar en la mesa de nuestra casa no hay motivo para que no sean también los gobiernos quienes confeccionen las plantillas de los equipos de fútbol. Sería una fórmula definitiva para luchar contra la abstención. Nos vemos domingo. En la fiesta del sopor.