Análisis

Ya se dijo: poco a poco

Ronald Koeman

Ronald Koeman / EUROPA PRESS

Antonio Bigatá

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Prólogo. El Sevilla es un equipo muy bueno, casi buenísimo. Realiza un fútbol automatizado en general aunque complementado con continuos destellos individuales deslumbrantes. En sentido práctico está al nivel de los actuales 'top' europeos. Defiende con mejor coordinación que el City de Guardiola  (ahora obsesionado con eso) mientras el papel de Jordan en el centro del campo es similar en eficacia al de Gundogan aunque tenga menos llegada.

Por otra parte su tenacidad a lo largo y ancho de todo el campo es similar a la del Liverpool de Kloop o el Atlético de Simeone, pese a carecer de puñales de oro como Sadio Mané, Mohamed Salah y el regalado Luis Suárez en este gran coletazo final de su carrera. Aunque yo desprecie desde el punto de vista humano a Lopetegui por su debilidad al traicionar a una selección nacional que confiaba en su trabajo para un largo plazo, se trata de un gran técnico. Ha entendido que después del imperio del fútbol-control y de la explosión del fútbol-máxima intensidad ahora para llegar a un nivel  superior debe aplicarse un fútbol-altísima movilidad. El Sevilla ya es el mejor de los equipos que van de blanco porque  tiene algo mejor que un jeque capaz de pagar cada año la millonada que valen los grandes talentos: con Monchi dispone del 'Ojeador Máximo', el que consigue detectar a los que van a serlo cuando todavía son baratos.

Tésis. Aunque perdió, el Barça en Sevilla estuvo a buen nivel pese al gran rival que tenía delante, y demostró que sigue mejorando en la búsqueda de consistencia y de grandeza. No mereció un resultado tan adverso. Pero el equipo tiene un problema psicológico profundo: queriendo o sin querer salta al campo poniéndose en cierto sentido al nivel del adversario, ya sea el Cornellà o el Rayo ya sea el Granada o el Athletic.

Les lucha de tú a tú, sufre (se desgasta muchísimo más de lo que debería),  y únicamente suele imponer su autoridad cuando está contra las cuerdas y se le agota el tiempo. Se ha visto varias veces. En Sevilla, además de tener mala suerte, de padecer un arbitraje consentidor de pequeñas antideportividades continuadas, y de cometer algunos errores más bien puntuales, el Barça lo hizo bastante bien pero careció del brío y del esfuerzo suplementario constante que eran imprescindibles. Quizá fue porque con un 1-0 adverso no se sintió asfixiado contra las cuerdas --como en otros partidos-- pensando que contaba con los 90 minutos más que tendrá en el Camp Nou para ganar la eliminatoria.

Conclusión. El Barça está muy justito de hombres para jugar tan continuamente partidos. Esta vez la alineación era un verdadero retrato de la necesidad que tiene Koeman de dosificar lo poco que tiene, mientras Lopetegui disponía de un banquillo de lujo para refrescar hombres que le permitiesen insistir en una táctica o para incorporar gente idónea para cambiarla cuando quiso.

En ese contexto la lesión de Araújo fue el colmo. El técnico holandés tiene que hacer continuos experimentos arriesgados aprovechando lo poco que tiene, pero estirando por aquí la manta le queda corta por allá. Aun así es evidente que está construyendo un fuerte Barça. Saca rendimiento de la plantilla insuficiente que le dio Bartomeu. Ya se ha contado bien la confianza que ha insuflado a los jóvenes, mostrándose además nada sectario al utilizar incluso a Riki Puig pese a que públicamente dijo que él deseaba que se rodase con calma en algún equipo donde tuviese muchos más minutos.

Pero también acierta con los demás. Dembélé  en sus manos se parece cada vez más a la figura que se quería tener cuando lo ficharon carísimo para ocupar los pasillos que abandonó Neymar. El resumen final es un balance mercantil: hay  hombres que están recuperando algo del valor que habían tenido, y hay  jóvenes que parecen haber sido contratados por Monchi.

Pero las reconstrucciones sólidas son difíciles y se hacen poco a poco. Todo hace pensar que cuando los socios que abandonaron a la fuerza las gradas puedan volver a ocuparlas tendrán un buen once a punto. Pero aún falta algo de tiempo parta eso. El Camp Nou se cerró con un equipo que tenía únicamente pasado, y probablemente se reabrirá coincidiendo con un regreso a ilusiones sobre el futuro pese a las evidentes penurias. Pero no es un camino de rosas. Parece que ahora se puede escapar incluso lo que el mismo Koeman dijo que era la mejor posibilidad de un título para este año. Si se pierde con la dignidad de ir rehaciendo bien las cosas no será ningún desastre.