El final de un modelo sanitario

Después del bache

Las políticas de salud serán las grandes protagonistas de la acción del nuevo Govern para continuar gestionando la crisis y definir la sanidad pospandemia

Un médico en la UCI del Hospital del Mar de Barcelona

Un médico en la UCI del Hospital del Mar de Barcelona / EUROPA PRESS / DAVID ZORRAKINO

Xavier Lleonart

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El Govern de la Generalidad de Catalunya que surja de las elecciones del 14 de febrero tiene ante sí un reto mayúsculo: la reconstrucción social y económica del país tras el impacto provocado por una pandemia aún sin horizonte. Reconocerle la extraordinaria dificultad del momento es un ejercicio de ecuanimidad que merece cualquier partido o coalición que acceda al Ejecutivo catalán. Sin embargo, las organizaciones de la sociedad civil tenemos el deber de fijar las necesidades de nuestros ámbitos de actuación y de fiscalizar la gestión y denunciar las decisiones -o la falta de ellas- que suponen un perjuicio para los servicios públicos o por el progreso y el bienestar de la población.

Como no puede ser de otra manera, las políticas de salud serán las grandes protagonistas de la acción del nuevo 'Govern'. Decisiones trascendentales para continuar gestionando la crisis sanitaria y, muy especialmente, para definir cómo será la sanidad pospandemia. Los profesionales probablemente pediremos muchas cosas, pero habrá una fundamental: que nos escuchen y que lo hagan de verdad. Es una demanda sencilla, factible y merecida tras más de una década sufriendo recortes, ajustes y medidas de desmantelamiento de la sanidad pública. Esta política ha sido recibida como un maltrato por parte del personal. La pandemia ha sido el triste colofón del sinsentido que ha regido la sanidad catalana desde la crisis económica del año 2008.

El Govern, pues, deberá ser sensible a esta realidad. Contar con los profesionales y convertirlos en aliados, porque solo así podremos salir del callejón sin salida. Y esta sensibilidad también debe traducirse en una mejora sustancial, estructural y transversal de las condiciones laborales y retributivas de los trabajadores del sistema que, por si había alguna duda, han demostrado sobradamente su capacitación y su compromiso. Como secretario general de Metges de Catalunya (MC), me toca hablar de los facultativos. Del mismo modo que la abnegación y la vocación del colectivo es incuestionable, también debería serlo que no reciben el reconocimiento que merecen, y no solo a nivel retributivo. Tenemos un gran problema sobre la mesa como es la jubilación del 40% de los médicos y médicas en activo en los próximos 10 años. Es urgente planificar la reposición de estos profesionales y hacerlo pensando que la oferta y el proyecto sea lo suficientemente atractivo y motivador para las nuevas generaciones de facultativos extraordinariamente preparados, que son recibidos con los brazos abiertos (y con alfombra roja) fuera de aquí.

Tenemos un gran problema sobre la mesa como es la jubilación del 40% de los médicos y médicas en activo en los próximos 10 años

Uno de los mantras de los manuales de autoayuda es que una crisis es a la vez una oportunidad. Más allá del tópico, la pandemia ha demostrado que el modelo sanitario que conocíamos hasta ahora ha llegado al final de su recorrido. La implosión ha sido traumática, pero también ha señalado los déficits y los errores que no se deben repetir. Nuevamente, las propuestas de las organizaciones profesionales deben apuntalar el nuevo modelo, reforzando su carácter público y la equidad, la universalidad y la calidad de la asistencia.

Para hacerlo posible será necesaria voluntad política, mano extendida por parte de todos los actores, pero, sobre todo, un impulso presupuestario histórico, a la altura de los tiempos que nos ha tocado vivir. Los números están hechos y hay consenso entre los expertos. El presupuesto de la Conselleria de Salut es de 10.000 millones de euros y precisa un incremento del 50% para atender las necesidades, planificar y desarrollar las reformas que tienen que volver a situar a la sanidad catalana en una posición de excelencia. Es decir, la sanidad ha de ser una prioridad de país que se debe ver reflejada a nivel presupuestario y político.

Los facultativos queremos que este nuevo sistema de salud se rija por la llamada gestión clínica. Esto significa situar a los profesionales en el centro y que las decisiones respondan siempre a lo que es mejor para los pacientes. Dejar atrás los criterios economicistas, a menudo de dudosa eficacia, para que prevalezca la razón médica. Para conseguirlo, pedimos un espacio de interlocución directa con la Administración. Pedimos, otra vez, que nos tengan en cuenta y nos escuchen. Nosotros ya estamos sentados a la mesa.