Pros y contras

Derribos Iglesias

Bailarle el agua a Puigdemont o a Putin no va a dar un solo voto a ‘comuns’, todo lo contrario

Pablo Iglesias durante el acto de campaña de En Comú Podem, en Santa Coloma de Gramanet.

Pablo Iglesias durante el acto de campaña de En Comú Podem, en Santa Coloma de Gramanet. / Pere Francesch

Emma Riverola

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Cuesta saber a qué juega a Iglesias. La visión benévola es que vela por la relación entre el Gobierno y ERC. La mirada menos indulgente contempla una voladura más, y ya van tantas, del ahora vicepresidente del Gobierno. Bailarle el agua a Puigdemont o a Putin no va a dar un solo voto a ‘comuns’, todo lo contrario. El ‘procés’ ha sido agua corrosiva para la izquierda. Mientras la crisis económica golpeaba inclemente, en Catalunya las calles se llenaban de banderas y rumbas beatíficas. El combate social quedó acallado por una quimera nacionalista. Los resortes del poder nunca temblaron.

O Iglesias se empeña en no entender el tablero político catalán o, simplemente, juega otra partida. Siempre presidida por el irrefrenable impulso de desprestigiar al PSOE. Desde aquella “cal viva” que impidió la formación de un Gobierno progresista en marzo de 2016 (qué diferente hubiera sido todo) hasta dar la razón a Rusia en su desprestigio de la democracia española. Como si a Putin le interesara algo más que desestabilizar Europa. Iglesias lleva años derribando lo que surgió de una ilusión colectiva. Cuesta saber a qué juega, improbable que sea para aquel sueño.

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