El tablero catalán

Votar sin saber lo que votamos

Entre los aspirantes a la victoria cuesta ver claro qué es lo que van a proponernos el 15F

Urnas preparadas en un colegio de Barcelona, este miércoles.

Urnas preparadas en un colegio de Barcelona, este miércoles. / periodico

Josep Martí Blanch

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Rígidos los cuerpos, los maniquíes bailan, cantaba el añorado Germán Coppini de Golpes Bajos a poco de estrenar la democracia. Así es la campaña. Una danza de candidatos en el escaparate de la palabra sin que, descontado el entretenimiento de calidad que proporcionan, tengamos la posibilidad de aclarar que es lo que en concreto se nos propone. 

A una semana de depositar el voto en la urna usted anda supuestamente valorando ofertas de cada uno de los pretendientes para determinar qué es lo que más le seduce y conviene de todo cuanto le es presentado a la vista en el zoco de la promesa que es una campaña

Pero aceptemos resignados que no acaba de ser así. Y que, más allá de cuestiones menores -bajar el sueldo del presidente un 30% o crear un departamento de igualdad de género- nadie le ha explicado con meridiana claridad qué es lo que le propone para su futuro más inmediato. Esto es particularmente así sobre el gran asunto que hace diez años que nos carcome el día a día y que imposibilita el camino de la normalización plena de la actividad política en Catalunya. Ha acertado: ¡el procés!

Empecemos por el PSC. Salvador Illa nos invita a cerrar los ojos un ratito para que al abrirlos una década entera se haya evaporado. La Catalunya del 2021 enlazará con la del 2010 y con todo lo que queda en el medio pelillos a la mar y a otra cosa mariposa. Ni sabe ni opina sobre los indultos o sobre la amnistía y de la mesa de negociación pactada con ERC nada que decir salvo que está bien que exista y que sea de madera. 

El candidato sobrevuela el asunto convencido que aportar mayor claridad a su propuesta le restaría apoyos en lugar de sumarlos. Lo dicho, la oferta de Illa es en campaña la no oferta. Borrar todos los archivos. Tirar el PC y comprar un Mac. Habla Illa del reencuentro de la sociedad catalana. Se supone que todo el mundo deberá poner de su parte. La parte del candidato Illa se desconoce. Y lo que se explica podría valer para Murcia, La Rioja o cualquier otra comunidad que no tenga problemas como los que aquí se arrastran. Aunque bien podría ser que esa y no otra fuera la oferta y a fuerza de querer ver algo distinto no acabásemos de entender que, sencillamente, no hay nada más que ver.

JxCat viene a ser todo lo contrario. Es un jugador sentado en la ruleta apostando a todos los números, pares e impares, blancos y negros. Tan pronto Laura Borrás anuncia que reactivará la declaración de independencia si el soberanismo obtiene más del 50% de los votos como se corrige un día más tarde para decir que no, que eso solo será cuando sea posible y que ya se verá porque ahora no sabe no contesta. Pasa luego Carles Puigdemont por el escenario y añade que de lo que se trata en realidad es de “desplegar los efectos del 1-0”, aunque nadie pueda aclarar qué efectos son esos, puesto que nadie percibe ninguno. Imposible sacar nada en claro. El voto a ciegas y que sea lo que dios quiera. Lo dicho, una ruleta con todas las apuestas cubiertas.

De ERC sabemos tan solo lo que no tiene previsto hacer. Como ha dejado de creer en la independencia de hoy para mañana -también para pasado- contamos con la certeza que no tiene intención alguna de llevar a nadie al huerto de la independencia con la promesa de tomates para plantarle después en las manos una calabaza. 

A partir de ahí, terreno ignoto para la próxima legislatura más allá de acompañar el brebaje con el recordatorio diario de lo muy de izquierdas que son -en campaña, más- y lo poco que se quieren con los socialistas -en campaña, menos-. Pere Aragonés lleva unos meses trasladando la percepción de que aspira a ganar, no por lo que diga o deje de decir, sino porque en el turno le toca y su partido está cansado de ser el pagafantas de la política catalana. El pánico por tener que seguir con ese papel es lo que hace que se le esté haciendo tan larga la campaña.

En el pelotón -desde Vox a la CUP, pasando por C’s, En Comú Podem, PP, PDECAT, PNC- hay de todo. Y, aunque la aritmética final puede convertirlos en actores relevantes, de entrada resulta indiferente el nivel de concreción de sus propuestas. Será después, con el número de votos en la mano, que podrán determinar su grado de influencia que será mucho, poco o ninguno.

Pero entre los aspirantes a la victoria cuesta ver claro qué es lo que van a proponernos el 15F. Y, bien pensado, quizás sea lo mejor. Porque cada vez que hemos votado con promesas de hierro encima de la mesa -un referéndum, la independencia exprés- bien, lo que se dice bien, no nos ha acabado de ir. A ver qué tal a partir de ahora votando sin acabar de saber lo que votamos.

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