Retos del futuro Govern

Invertir en la infancia

Una sociedad decente, como pretende ser la nuestra, no puede aceptar la pobreza de niños

Día Universal de la Infancia

Día Universal de la Infancia / periodico

Antón Costas

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El nuevo Gobierno catalán que salga de las elecciones del 14-F ha de ser consciente de dos cosas. La primera es que si quiere fomentar una economía vibrante y capaz de revertir los estragos del covid-19, su prioridad ha de ser invertir en la infancia y la economía de los cuidados. La segunda es que las pandemias acostumbran a provocar crisis sociales que explotan cuando la pandemia remite. Si el nuevo Govern no logra conjurar esa crisis social pospandémica, las protestas sociales harán muy difícil la gobernabilidad.

Como señalé en la columna de la semana pasada sobre prioridades del nuevo Govern, hay razones de peso para sostener que la prioridad debe ser invertir en la infancia. Unas son de naturaleza humanitaria y moral. Otras de tipo económico.

Las primeras tienen que ver con el hecho de que la trayectoria personal y profesional de las personas se decide en la etapa de cero a tres años. La evidencia aportada por psicólogos (pedagogos), neurólogos, maestros, sociólogos y economistas es concluyente. El principio de igualdad de oportunidades se construye en la etapa inicial de la vida (de las personas). Lo que no se hace en esa etapa difícilmente se remediará más adelante.

Una realidad en aumento

Una sociedad decente, como pretende ser la nuestra, no puede aceptar la pobreza de niños. Quizá por esta razón muchas personas bienpensantes siguen resistiéndose a aceptar que existe la pobreza de niños. Sin embargo, es una realidad que va en aumento. Me cuentan maestros y maestras de la escuela pública que hay niños que llegan a la escuela sin haber desayunado ni cenado el día anterior. Sucedía antes de la pandemia y se ha agudizado con ella. Esta privación alimenticia de la infancia es dramática, porque el cerebro de un niño mal alimentado no aprende bien y queda dañado de por vida.

La pobreza de niños va en aumento en Catalunya también en los datos. En una investigación que acaba de publicarse sobre ‘Diferencias de desigualdad y bienestar en las regiones españolas’, L. Ayala, J. Jurado y J. Pérez calculan indicadores de desigualdad, de riesgo de pobreza monetaria, de privación de los hogares en el acceso a bienes y servicios esenciales y de pobreza severa. En estos hogares es donde viven los niños más desamparados. Todos estos indicadores han empeorado en Catalunya desde 2008 a 2018. También en la mayoría de las otras comunidades. Pero aquello de “mal de muchos” no nos puede servir de consuelo.

Hogares vulnerables

Estos datos tienen que haber empeorado en 2020 con la crisis pandémica debido a que ha impactado con mayor intensidad en los trabajadores y hogares que ya eran vulnerables y sufrían privación. Y lo harán más aún en los próximos años si no se toman medidas audaces. Una de ellas tiene que ser la universalización de la enseñanza preescolar de cero a tres años. Su coste es muy bajo en comparación con sus beneficios humanos y económicos.

Hay también razones económicas para invertir en la infancia. Mejora la creatividad y la productividad de las personas y de la economía. A través de varias vías. A corto plazo, facilita el trabajo de las mujeres madres. A largo plazo, a través de las mayores capacidades de los propios niños. También aumenta el empleo en los cuidados. Un informe publicado recientemente por Academia de Ciencias de Estados Unidos señala que la pérdida de productividad en ese país por la baja inversión en la infancia es del orden de 800.000 millones de dólares al año. Se comprende que la prioridad de Jon Biden sea la inversión en la infancia y la economía de los cuidados.

Argumentos políticos

Si estos argumentos humanitarios, morales y económicos no fueran suficientes, también hay otros de tipo político. El FMI acaba de publicar los resultados de una investigación sobre el vínculo entre pandemias y disturbios sociales: ‘La larga sombra del covid: repercusiones sociales de las pandemias’. Su conclusión es reveladora: “Si la historia es un predictor, los disturbios sociales pueden resurgir a medida que la pandemia de covid-19 disminuya”. ¡Tengámoslo en cuenta!

La crisis ofrece una ventana de oportunidad para trabajar por una recuperación equitativa. Para lograrlo, el nuevo Govern debe priorizar la inversión en la infancia y en la economía de los cuidados.

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