No vote contra usted

Como siempre, deberíamos ser cuidadosos al votar. Ahora hay razones añadidas. Los catalanes tenemos experiencias recientes que recuerdan lo muy vinculada que está la vida cotidiana y sus problemas, incluso la muerte por enfermedad y la pobreza, con las decisiones de quienes elegimos en las urnas. Solo cada cuatro años podemos contribuir a que se mantenga un rumbo o que cambie. Ahora toca elegir.

Pienso en esto tras ver la foto-póster de los nueve políticos presos exhibiéndose al poder pisar la calle. La imagen tiene de todo, empezando por el reflejo de la firmeza en sus convicciones. Pero incluye también el disimulo de su falta de unidad. Unos están por el "ho tornarem a fer" ahora y aquí, otros anteponen su deseo de sobrevivir profesionalmente gobernando la autonomía hasta que Catalunya sea otra cosa. Quisieron llevarnos a Ítaca sin respetar las leyes vigentes y desgarraron el país tal vez para siempre; ahora en la foto muestran su aspiración –ya más modesta– de una innegociable amnistía aunque impera la sospecha de que aceptarán el indulto razonable y no fácil que viene a pesar suyo.

Borràs, consecuente

En la foto no se ve lógicamente lo mucho que piensan en Illa, que podría protagonizar su desastre porque traería bajo el brazo el final de tantas sillas, sueldos e influencias para muchos amigos suyos. Tampoco aparece Laura Borràs, porque no ha ido a la cárcel aunque tenga un feo juicio pendiente. Esta candidata ‘pospujolista’ llama la atención por prometer como gesto anticorrupción que si foma Govern vetará la contratación de empresas del Ibex. Es consecuente (ella está acusada de contratar a dedo y sin cumplir las reglas a amigos personales que, eso sí, no eran del Ibex).

Hay que medir el voto. Todos, y entre ellos quienes suelen apoyar a los independentistas. Que sus conciencias no olviden que sus líderes han hecho cuajar ese modelo catalán sin president real, con Parlament inoperante y cortes impunes en la Meridiana. Y con record de España –aunque no les guste esta palabra– de muertes en los geriátricos cuando llegó el covid. Ahora tienen en sus manos la continuidad que reclaman los nueve de la foto u optar por algún cambio, aunque sea pequeño y sin salirse del nacionalismo.