Campaña electoral

Fondo y forma

Que pasen pronto los quince días, que ya hace un año que estamos en capilla y tenemos trabajo

DEBATE

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Núria Iceta

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Un lugar común de las campañas electorales era aceptar que los candidatos harían falsas promesas, pero esta vez he temido que lo que dicen en campaña sea lo que realmente piensan. Me ha desconcertado una vez más el cambio de tono repentino con el pistoletazo de salida a la campaña, como una patente de corso para decir lo que te salga del hígado. Una manera de desahogarse con micrófonos delante y los medios amplificando, mientras a la mayoría de la gente, y más en confinamiento, solo les queda Twitter y los grupos de whatsapp.

Una elección tras otra repitiendo dinámicas inútiles, digamos poco edificantes, de insultos, gracietas, consignas y afirmaciones indemostrables. Una nueva oportunidad perdida para la calidad democrática, y más en estas circunstancias difíciles en que mereceríamos más y mejor.

Si todo esto habla de formas es porque el fondo es mucho más oscuro. Cada vez se habla menos de programas electorales. Hace un tiempo se podían hacer comparativas sobre lo que proponían los programas de los partidos y, una vez comenzada la legislatura, analizar la diferencia entre promesa y cumplimiento. Ahora todo es mucho más complicado, porque los compromisos son los de la retórica y el corazón y las propuestas son mucho más etéreas y descontextualizadas.

Una cosa es clara. Todo el mundo pide cambios. Pero si todo el mundo pide cambios y las propuestas no se concretan, ¿qué estamos votando? ¿El cambio de tono es el máximo al que podemos aspirar? ¿Cuándo vamos a ir al fondo de las cosas?

El avance social y político vendrá por propuestas que sean reconocibles por la ciudadanía, formuladas en clave constructiva, no en función de un tercero, o por oposición a este: "Lo triste de una pelea es que disuelve la discusión", decía Chesterton.

Si no vamos a ir al fondo no necesitamos tantos aspavientos con la forma, que pasen pronto los quince días, que ya hace un año que estamos en capilla y tenemos trabajo. Nosotros cumpliremos con nuestro deber ciudadano, pero que no nos utilicen para sus juegos de palabras.