Análisis

Inicio de campaña

El impacto generado por el anuncio de la candidatura de Illa continúa vivo y el PSC es la única formación que presenta una tendencia clara al alza

Salvador Illa y Pere Aragonès

Salvador Illa y Pere Aragonès / Quique Garcia / Efe

Àngels Pont

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La campaña electoral comienza con buenas perspectivas para los socialistas, que podrían ser el partido más votado y con más escaños el próximo 14 de febrero. De cerca, ERC y JxCat rivalizan por la segunda posición. Los datos directos favorecen a los republicanos, pero los indicadores de fidelidad y afinidad a las respectivas formaciones favorecen a los de Borràs. A Aragonès le cuesta fidelizar a los suyos, y algunos se muestran dispuestos a votar a Junts e, incluso, a los socialistas. Por su parte, la formación del ‘expresident’ Puigdemont no presenta una tendencia clara y será la campaña la que determinará si consigue obtener unos resultados similares a los de 2017, después de la escisión del PDECat apoyado por el 'expresident' Mas. En los próximos días podremos analizar si la entrada de los presos en campaña impacta positivamente en las expectativas de las formaciones independentistas.

El PSC de Illa es la única formación que presenta una tendencia clara al alza. El impacto generado por el anuncio de su candidatura continúa vivo. Ha empoderado a los votantes socialistas, los de siempre y algunos de los que se habían distanciado, y ha reforzado la capacidad del partido para atraer votantes de otras formaciones, que lo contemplan como una oportunidad de cambio. Es importante analizar el contexto para entender por qué se produce esta ‘sacudida’: un momento de un enorme cansancio por parte de la ciudadanía y de una creciente angustia hacia las perspectivas de futuro. Además, estos sentimientos coinciden con una opinión muy crítica de la situación política en Catalunya y de la gestión del Govern de la Generalitat que, tal y como apuntaba esta misma semana una encuesta del CEO, la mitad del electorado suspende. Incluso entre los votantes de los partidos del Govern la valoración es discreta. El llamado ‘efecto Illa’ no se entendería sin este punto de partida.

El descenso de Ciudadanos se anuncia desde hace tiempo, aunque su magnitud es difícil de calcular, ya que no solo se han reducido los que piensan votarle, sino que muchos ya no recuerdan o no quieren recordar haberlo hecho. Su descenso facilita la entrada de Vox en el Parlament, que está asegurada frente a un PP que, a pesar de crecer, no se muestra capaz de aglutinar el voto de la derecha españolista. Al otro lado, los comunes se encuentran entre dos de los favoritos a llevarse la victoria, socialistas y republicanos, lo que les pone difícil mantener los resultados de 2017.

En cualquier caso, las tendencias de cada formación se verán reforzadas o atenuadas por el nivel de participación, que se prevé que vuelva a valores similares a los habituales de unas elecciones catalanas antes del ‘procés’, notablemente por debajo de las de 2015 o 2017.En estos momentos se estima que poco más del 60% de los catalanes irá a votar, pero la situación de la pandemia y la confusión generada respecto de la fecha electoral (que, de hecho, ha durado más de un año) no pronostican que este dato vaya a mejorar. Está por ver si la confirmación definitiva del 14 de febrero reanimará los deseos de participar.

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