BARRACA Y TANGANA

Tranquilos

Almería Sabadell

Almería Sabadell / EUROPA PRESS

Enrique Ballester

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Los chavales no leen y está la gente preocupada. Dicen que a los chavales solo les importa la panda de 'youtubers' y jugar a la PlayStation 5, porque no saben nada de la vida. Deberían hacer como nosotros los adultos y comprar algún libro, compartir una foto de la portada en Instagram, cerrar después el libro y ya entonces volver a la Play tranquilos, o a Youtube, o poner en la tele un Sabadell-Almería.

No saben nada de la vida.

El finde pasado estaba yo tumbado en el sofá, feliz aunque en mala postura, después de simular la lectura de un libro y fundamentalmente tranquilo. Hay quien necesita del yoga para dejar la mente en blanco, pero a mí en principio me vale con un partido que me importe poco, como una visita del Sabadell al campo del Almería

Era el partido perfecto, sin nervios y algo entretenido, hasta que ocurrió una secuencia que me alteró el ánimo para todo el domingo. Resulta que iba ganando por la mínima el Almería. Resulta que fue a sacar de puerta el portero del Almería. Resulta que se resbaló al sacar de puerta el portero del Almería. Resulta que tocó el balón primero con un pie y luego con el otro, aunque él no quería. Resulta que eso es falta y el árbitro pitó libre indirecto como debía. Resulta que el Sabadell marcó y empató como quería. Resulta que al Almería se le escapó la victoria de una manera que yo desconocía.

No sé nada de la vida.

Y resulta que a partir de ahora, cada vez que el portero de mi equipo vaya a sacar de puerta en los últimos minutos de algún partido, yo recordaré la desgracia del portero del Almería. No lo podré remediar. Es decir, otra jugada por la que sufrir de manera absurda día tras día. Como si no tuviéramos ya suficientes. Solo nos faltaba la del portero del Almería.

Esto de sufrir a lo tonto por el fútbol, estas recaídas, me llegan mucho cuando ya pensaba que lo había superado, que había terminado por engañarme a mí mismo. A veces pienso que ya está, que soy un ser maduro, racional y responsable, que el fútbol ya no me domina y que lo puedo ver tranquilo, pero al poco tiempo asumo que es una farsa al nivel "mañana me levanto un poco antes y voy a limpiar el coche" o confiar como confío en el resurgir de la carrera de Balotelli. El autoengaño no tiene límites. Hay noches que aún pienso en volver a estudiar para irme otra vez de Erasmus.

El fútbol está ahí

A veces me digo que el fútbol está ahí, vale, pero ya no me afecta como antes. Lo digo mucho a estas alturas de la temporada, lejos de lo decisivo, pero luego llega lo decisivo y estamos en las mismas de siempre, estamos igual o peor amigos míos. Lo digo y hasta me lo creo, pero después es la realidad la que opina. Hace unos meses me escribió un amigo, titán del fútbol del norte, y me explicó que su novia y él lo habían dejado, que ella le reprochaba que prestara demasiada atención al fútbol. Me escribía eso y, según contaba, acababa de recibir un libro de fútbol, una revista de fútbol y unos calcetines de fútbol. Quizá tenía razón la novia. No sé, "no la puedo culpar", concluía.

Que lo del fútbol no es como antes, nos repetimos. Pues menos mal. Después llega un gol del Sabadell en Almería, algo de ese tipo, y no lo puedes controlar: nos fastidia la paz de un domingo.

Los del fútbol. No sé si sabemos mucho de la vida.