Apunte

Vacunas de mentira

La necesidad de vislumbrar algo de luz al final del túnel sigue enredada en la propaganda, la misma que aseguraba que de esta crisis saldríamos mejores

Dosis de una vacuna.

Dosis de una vacuna. / EFE

Iosu de la Torre

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Las malas noticias del covid-19 angustian a la población y desatan la necesidad de buscar las buenas, que sí debe haberlas. El propósito de transmitir optimismo frente a los peores vaticinios médicos y sociales se tambalea cuando se descubre el engaño de los fabricantes de vacunas. La necesidad de vislumbrar algo de luz al final del túnel sigue enredada en la propaganda, la misma que aseguraba que de esta crisis saldríamos mejores y que anunció, cuando el telón de 2020 caía, que superado el verano el 70% de la población europea (española y catalana) estaría inmunizada. Efecto placebo.

La carrera por la vacunación global obtuvo toda la credibilidad del ciudadano acompañada por la inyección multimillonaria comprometida por esos cándidos gobiernos hasta que se ha conocido, esta semana, el volumen del engaño. No habrá más dosis anticovid para los ciudadanos de Europa hasta bien entrado el mes de abril, advirtió ayer la gente de la cancillera Merkel. Solo tendrá sentido celebrar la Semana Santa si hay dosis y jeringuillas. Las procesiones de inconscientes están aseguradas con y sin capirote.

Nos dicen que hay que creerse que esto pasará a la historia como una victoria de la humanidad ante la adversidad. Por eso el otro domingo devoramos la entrevista de Juan Fernández a Juan Fueyo con el titular «En mayo, las vacunas habrán vencido a la pandemia». No contaba el científico experto en virus con la cancelación del envío de las vacunas contratadas a Pfizer y AstraZeneca. Contentos si noviembre y diciembre mayean. Así se entiende el cabreo del epidemiólogo Josep Maria Argimon, como portavoz de la Generalitat, al comunicar el miércoles el retraso de las vacunas, reo de sus palabras, las mismas con las que, a veces, ha envuelto pronósticos fallidos. Qué difícil misión la de los voceros sanitarios, sobrepasados por tantos acontecimientos, los datos de contagios, las cepas, los miles de muertos. Tranquilos, el candidato Illa dejó el ministerio afirmando que habrá remedio.

No se le movió ni un pelo el flequillo sobre las gafas para ver de cerca lo que está tan lejos. 

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