Nueva polémica
El descaro de Amazon
Regular a la multinacional estadounidense y a las grandes digitales será una de las tareas prioritarias de nuestros poderes públicos
Jordi Alberich
Economista
Jordi Alberich
Hace unos días, Amazon anunciaba su decisión de repercutir automáticamente la tasa Google sobre sus proveedores, a la vez que acusaba al Gobierno español de no buscar una aproximación global en la Unión Europea o la OCDE. El impuesto, implementado recientemente, se asemeja al vigente en Francia e Italia, y grava con un 3% los ingresos de aquellas empresas digitales que superan determinada dimensión. Una nueva polémica que se suma a la que zanjó en octubre el Tribunal Supremo, al sentenciar que Amazon incumplía la normativa laboral, forzándole a dar de alta laboral a 4.000 falsos autónomos.
Resulta curioso que la multinacional estadounidense señale al Gobierno español de no querer una regulación global, cuando siempre la ha pretendido. Una iniciativa que resulta imposible porque aquellos estados de la Unión que, por su muy baja fiscalidad como Irlanda, Holanda o Luxemburgo, son sede de empresas como Amazon, son los primeros en oponerse a una normativa común. De la misma manera, la referencia a la OCDE es de una insolencia notable, pues, hasta la fecha, quien más se opuso a la regulación global fue, precisamente, la administración Trump, en contra de toda iniciativa multilateral.
Resulta evidente que Amazon disfruta de una posición monopolística, que exhibe con todo descaro. Solo así se entiende el sacar pecho por trasladar al más débil una tributación que, en cualquier caso, es inferior a la del comercio tradicional.
La gestión del covid-19 y el Brexit están abriendo una nueva etapa en la Unión Europea, que viene a coincidir con la llegada a La Casa Blanca de los demócratas. Así, podemos estar ante unos años en los que, gobernando la globalización y conduciendo la revolución tecnológica, recuperemos viejos equilibrios, hoy dinamitados. Regular a Amazon y las grandes digitales será una de las tareas prioritarias de nuestros poderes públicos. Pero la responsabilidad también recae en los ciudadanos, pues cada uno de nosotros elige libremente a quien comprar. Yo no tengo dudas.
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